FRENTES. Chávez hace un comentario a Correa en presencia de Morales en la toma de posesión de Ortega; a la derecha, Uribe. / AFP
MUNDO

La izquierda recupera el orgullo

El progresismo político se instala en la mayoría de los países de lengua latina para sacudirse el yugo que los ha tenido sometidos

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El giro a la izquierda que ha experimentado la América Latina en el último decenio se ha concretado en los dos últimos años de tal manera que, salvo raras excepciones, el mapa político de la región se ha teñido con tonalidades que van del rosa al rojo intenso. La voluntad popular expresada con transparencia en las urnas ha dado cuartelazo a las guerras civiles y las dictaduras militares tan frecuentes durante la segunda mitad del siglo pasado para aupar a gobiernos de izquierdas, que con mayor o menor intensidad, defienden la soberanía, la independencia y el interés nacional.

El controvertido mandatario venezolano, Hugo Chávez, inauguró la racha de mareas escarlatas en 1998 y encabeza el movimiento de integración regional. La última ha sido la de El Salvador con el triunfo histórico del periodista Mauricio Funes al frente de la ex guerrilla marxista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Cuando asuma la presidencia el primero de junio, el periodista reconvertido en político pondrá fin a veinte años ininterrumpidos de dominio de la derecha y sumará un nuevo gobierno de corte socialdemócrata al panorama internacional, salvo que la dirección marxista del FMLN le fuerce más adelante a adoptar medidas de corte socialista.

Casi un año antes que el vuelco dado en el país centroamericano, concretamente en abril de 2008, se encaramó a la presidencia de Paraguay Fernando Lugo, candidato de la izquierdista Alianza Patriótica para el Cambio. Y entre diciembre de 2005 y diciembre de 2006 se realizaron trece elecciones presidenciales de las que en su mayoría, salvo la reelección del colombiano Álvaro Uribe -en el poder desde el 2002-, los regresos de Alan García, en Perú, y Óscar Arias, en Costa Rica, que inclinaron la balanza a favor de figuras progresistas o más radicales.

Incluso faltó poco para que México tuviera un jefe de Estado de izquierdas. Pero las autoridades electorales fallaron contra López Obrador y auparon a Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN) aunque el recuento de los votos fue tan reñido que aún hoy López Obrador se proclama presidente legítimo.

De los veintisiete países situados al sur del río Bravo, los más importantes, como Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Panamá, Guatemala, Haití y la República Dominicana están dirigidos por gabinetes progresistas. La cosa llega a tal punto que, según el escritor estadounidense Noam Chomsky, en la pasada década, América Latina «se ha convertido en la región más progresista del mundo».

Esta característica común a la mayoría de sus vecinos meridionales la deberá tener en cuenta el nuevo jefe de la Casa Blanca, Barack Obama, a la hora de relacionarse con la región. De momento, parece que ha elegido como interlocutor al brasileño Luiz Inacio 'Lula' da Silva y al mexicano Felipe Calderón, con una visita programada para abril al mandatario azteca. El líder demócrata también adelantó que este año se aprobará la reforma migratoria, algo exigido por la mayoría de los países latinoamericanos, que aportan mucha de mano de obra barata e ilegal al gigante mundial.

Lo que es innegable es que la región en su conjunto ha dejado de ser el patio trasero de EE UU. Con el liderazgo de los gobiernos de Fidel Castro y Hugo Chávez se creó la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), presentada como la opción al Tratado de Libre Comercio patrocinado por Washington. Igualmente se estableció la Unión de Naciones de América de Sur y el Banco del Sur, que ya está funcionando. Incluso han propuesto emitir una moneda común. Todo ello con independencia de las otras organizaciones regionales más veteranas como el Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Cepal o el Caricom.

Claro que cada gobierno tiene sus peculiaridades y no todos son tan beligerantes como el de Chávez. La mayoría son más moderados. A 'Lula', líder del Partido del Trabajo, en el poder desde 2002 y reelegido cuatro años después, sus detractores le acusan de haberse «vendido al capitalismo global» porque aunque despegó la economía como vía para reducir el hambre no ha conseguido reducir la pobreza. Y, de rebote, ha logrado un gran reconocimiento internacional.