El ladrón de cámaras

El ojo del Gran Hermano también vigila a los escritores famosos. El escritor Luis Leante, ganador del premio Alfaguara en 2007, fue detenido el miércoles por arrancar tres cámaras de seguridad del instituto de Alicante en el que imparte clases y además negarse a devolverlas. Detrás de toda esta historia hay, según la esposa del autor de Mira si yo te querré, un caso de mobbing por parte de la directora del centro desde que obtuvo el galardón.

La Policía lo detuvo en el instituto El Pla, acusado de hurto tras comprobar «claramente» que era la persona que arrancaba «sin ningún género de dudas» tres de las cámaras que se habían instalado para vigilar las dependencias. El escritor murciano se negó a colaborar con los agentes y declinó explicar dónde las había dejado. Así las cosas, fue conducido a la comisaría donde pasó la noche. En la tarde de ayer seguía prestando declaración.

«No es una gamberrada de un crío, que en este caso tiene 45 años, sino la gota que colma el vaso de un acoso sufrido durante dos años». Nieves Carnero, esposa de Leante, ha sido la encargada de explicar a los medios las razones de su marido para esta actuación. Descubrir que le estaban grabando mientras impartía su clase de Latín, según su mujer, ha sido la gota que ha colmado el vaso ante la «presión psicológica» que sufre el escritor. «Entonces se hartó».

Nieves Carnero declaró ayer que su marido es la cabeza visible de una parte del profesorado que no comparte la forma de gestión de la directora, lo que hace que ésta «vaya a por él». La mujer del escritor aseguró que fue precisamente la directora quien interpuso la denuncia en comisaría, algo que no consultó previamente con el jefe de estudios. La colocación de las cámaras también ha sido objeto de una intensa polémica en el centro, aunque finalmente se instalaron.

Luis Leante, profesor de Latín y autor de diversos libros, imparte sus clases en un despacho ante la escasez de alumnos en esta materia. El pasado martes le advirtieron «que les estaban grabando» desde fuera. Descubrió que una de las cámaras colocadas junto a ese despacho no estaba dirigida hacia el pasillo, sino que «le enchufaba a él». Fue ese detalle lo que «le hartó y se le fue la cabeza».