AMONTONADOS. Un camión recoge las cajas de los locales. / C. C.
EL PUERTO

Una vivienda y el bar Cuatro Vientos son los primeros desalojados de La Puntilla

Los terrenos, propiedad de la Autoridad Portuaria, serán destinados a uso hotelero

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La vida de dos familias empaquetadas en cajas. Éste era el panorama que presentaba ayer la zona de restauración de la playa de La Puntilla al hacer efectivo Autoridad Portuaria las órdenes de desahucio que pesan sobre el establecimiento Cuatro Vientos y las viviendas colindantes desde el pasado noviembre.

A las ocho de la mañana, José Díaz y Jesús González vieron cómo diferentes unidades de la Policía Nacional, así como personal de Autoridad Portuaria, se presentaban en sus inmuebles para obligarles a abandonarlo. La razón es sencilla: sobre los terrenos (que pertenecen a Autoridad Portuaria) se ha proyectado la construcción de un establecimiento hotelero, tal y como se recoge en el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), por lo que no se puede edificar en el lugar con otros fines, ya sean residenciales o comerciales. Motivo por el que tanto Díaz como González hacían las maletas y se marchaban de un lugar en el que han vivido más de 20 años.

Ambos, padres de familia, se ven ahora en la calle sin ningún tipo de recurso económico y sin domicilio en el que hospedarse. José Díaz afirmaba que «por primera vez en mi vida he tenido que pedir ayuda a Servicios Sociales para que me buscara una pensión donde poder quedarme, porque nos han dejado sin nada de la noche a la mañana».

Jesús González portaba en sus manos una carta en la que le pedía al letrado de la Autoridad Portuaria «más tiempo para poder arreglar las cosas, sobre todo porque nuestro abogado no ha realizado los trámites bien y nos han negado la posibilidad de recurrir. Pero al salir de mi casa con el papel me encuentro un dispositivo policial delante de mi casa como si fueran a detener a un etarra».

Durante toda la mañana se produjeron imágenes de desánimo, dolor y nerviosismo. Estas familias que se ven en la tesitura de tener que empezar de nuevo sin nada después de «toda una vida trabajando». Comprenden que «nos hagan cumplir la ley, pero lo que no nos entra en la cabeza es que no nos den otras opciones, simplemente no nos renueven la cesión de los terrenos y a la calle», aseguraba González.

El bar Piriñaca y el Pescador serán los próximos en tener que abandonar el lugar.