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Benedicto XVI y los lefevbrianos

Mientras se estaba celebrando el 50 aniversario del anuncio del Concilio Vaticano II por Juan XXIII en enero de 1959, el Papa actual anunciaba la vuelta a la Iglesia de los 4 obispos ordenados por monseñor Marcel Lefevbre en 1988 y excomulgados automáticamente por Juan Pablo II por no admitir la Doctrina del Vaticano II. No pudo escoger un momento más inoportuno. Debería haber celebrado esa fecha tan significativa para la Iglesia con anuncio de medidas abiertas en línea conciliar. Pero es que además me llama la atención que este Papa, de modo tan poco diplomático, tan descarado, se decante a favor de las fuerzas más reaccionarias del catolicismo.

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Ha sido mayúsculo el escándalo formado, porque además, uno de estos obispos abiertamente ha negado la existencia del holocausto nazi y eso ha obligado a la diplomacia vaticana a mover sus hilos a toda prisa para que el descrédito no fuera a mayores. Han sido numerosísimas las apostasías que esta medida ha provocado en Austria y Alemania. Y ha supuesto la intervención personal de la canciller alemana Ángela Merkel exigiendo rectificación al Papa. Así como la sublevación de 60 teólogos católicos alemanes contra la decisión de Benedicto XVI. También el Rabinato judío llegó a congelar las relaciones con la Iglesia católica y el anunciado viaje del Papa a Israel ha estado en serio peligro de ser suspendido.

El perdón a los 4 obispos, incluido al negacionista Williamson, ocurre dos días después de que se difunda en la prensa alemana la entrevista que él mismo dio en noviembre pasado a los medios suecos negando el Holocausto nazi y la existencia de las cámaras de gas. Gravísimo fallo de la diplomacia vaticana. Para colmo, el Papa ha nombrado hace poco al sacerdote ultraconservador Gerhard Maria Wagner como obispo auxiliar de Linz lo que le está mereciendo innumerables críticas porque una vez más se decanta siempre por los sectores más reaccionarios mientras que mantiene marginados a los teólogos de la Liberación y sigue condenando y sancionando a los teólogos más abiertos y reformadores. Hay que decir que el sector lefevbrista es muy minoritario en comparación con los sectores más abiertos del catolicismo mundial hoy marginados.

Sería de desear que el Papa reconociera que está llevando a cabo lo que algún autor ha definido como «el ocaso del papado» y que diera por tanto un giro profundo a sus intervenciones. Debe comprender que la Iglesia es un movimiento muy amplio y muy plural y que él debe ser el Pastor Universal y no sólo del sector más reaccionario de la Iglesia.

Debe acercarse a los sectores más abiertos de la Iglesia, anular las sanciones y condenas a los más de 600 teólogos, expedientados durante su mandato, antes como Ratzinger y ahora como Benedicto, reconocer la Teología de la Liberación abiertamente y al Movimiento de las Comunidades Eclesiales de Base y escuchar todos los movimientos de Iglesia abierta que piden cambios muy profundos en temas de moral, liturgia, ecumenismo, etc.

Sobre todo se deben de adoptar cambios significativos por parte de la jerarquía para que ellos mismos puedan estar cerca de los problemas reales de aquellos que más sufren. Un Papa para todos sin excepción y no un Papa que nos vuelva llevar a la Edad Media.

Juan Cejudo Caldelas.

Miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares