Tin Congdon. / R. C.
MUNDO

Congdon, líder británico de los euroescépticos surgidos ante la crisis

En diferentes puntos del país, empleados del sector de la energía, en refinerías y centrales térmicas, se han declarado súbitamente en huelga y se manifestan con pancartas que dicen: «Puestos de trabajo británicos para trabajadores británicos».

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La protesta comenzó en Grimsby, donde una refinería de Total ha adjudicado la ampliación de las instalaciones a una empresa italiana que alberga a sus trabajadores, traídos de Italia, en un barco. «La gente no sabe que el origen del problema es la Unión Europea, que obliga a abrir el concurso de los contratos a las empresas europeas», dice David Phipps, el presidente de la agrupación del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), en Witney, un pueblo de unos 25.000 habitantes, cerca de Oxford.

Witney es también la circunscripción que elige como diputado al actual líder del partido Conservador, David Cameron. Pero el presidente del UKIP tiene hoy un invitado muy especial. Tim Congdon, uno de los más destacados economistas del monetarismo británico que inspiró la era de Margaret Thatcher. Fue miembro del 'panel de hombres sabios' que asesoró a la última Hacienda conservadora, autor de varios libros, profesor invitado de universidades y consultor de instituciones financieras en la City de Londres.

En enero anunció que, si Cameron sigue como líder de los conservadores, él votará al UKIP, que propone la retirada británica de la UE. Son casi las ocho de la noche de un viernes cuando Congdon se acerca finalmente al micrófono para agradecer a unas cuarenta personas que hayan venido a escucharle. «Creo que, desde 1973 -año del ingreso del Reino Unido en el Mercado Común-, vivimos un período de retroceso y derrota de la idea de nuestro país», dice.

Tin Congdon explica rápida y brevemente que los británicos son afortundos ante la crisis. Porque, gracias, según él, al valor de unos cuantos parlamentarios euroescépticos en los años noventa, la libra no está en el euro y el Gobierno tiene la libertad de fijar los tipos de interés en función de sus necesidades y de aumentar su déficit, algo que las economías del euro no pueden, porque el diseño de la moneda única se basó, dice Congdon, en el horror alemán, justificado en su historia, a la hiperinflación.

Cuando alguien le pide finalmente una explicación de por qué ha llegado el país de los británicos a esta situación, la respuesta del universitario de Oxford ilustra viejos conflictos domésticos: «Creo que es la influencia de la Universidad de Cambridge, donde en los años treinta había muchos izquierdistas y comunistas, a los que queda la idea del control por el Gobierno».