DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

La venganza es un plato que se sirve frío (Pilar Sánchez-Pacheco)

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Francis Bacon dijo en cierta ocasión: «Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas». Tras la noticia que adelantó ayer LA VOZ de que la Fiscalía Anticorrupción, a instancias de Pilar Sánchez, ha denunciado a Pedro Pacheco por unos supuestos delitos de malversación de fondos públicos y falsedad documental, parece evidente que a la alcaldesa de Jerez todavía le sangran algunos de los golpes que recibió durante la etapa del pacto de Gobierno con el PSA. De hecho, se podría decir que, además de los contratos supuestamente irregulares de Pepe López y Manuel Cobacho, la regidora socialista ha puesto en manos de la fiscal todo un arsenal de documentación del que podrían derivarse más presuntas irregularidades de quien fuera alcalde de la ciudad durante la friolera de 24 años. De hecho, la Fiscalía Anticorrupción ya está investigando también un posible desvío de fondos de la extinta y todopoderosa Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) a la también desaparecida constructora de infausto recuerdo Jerecom.

No cabe duda de que estamos ante una venganza política de manual, pero, al margen del innegable cariz estratégico y partidista de estas denuncias, Sánchez no está haciendo otra cosa distinta de la que ya anunció nada más ganar las últimas elecciones municipales por mayoría absoluta, es decir, poner en conocimiento de la Justicia las irregularidades que pudiera encontrarse en el ejercicio de su acción de gobierno. Por otro lado, si la alcaldesa o su equipo fueran conocedores de un presunto delito y no lo denunciaran, no harían más que ser partícipes del mismo.

Así las cosas, Pedro Pacheco, especialista en salir airoso de la práctica totalidad de las causas judiciales que ha protagonizado desde que acuñara aquello del cachondeo y la Justicia a mediados de los años ochenta, tendrá que enfrentarse a este asunto a pecho descubierto. El ex alcalde ya no ostenta poder alguno, está más solo que nunca tras el divorcio con su propio partido y, desde luego, ya no tiene a mano las armas y oportunidades de las que suelen aprovecharse los políticos en estos casos para tomar algo de ventaja sobre los tribunales.

Evidentemente, y mientras no haya una decisión judicial definitiva, hay que poner por delante la presunción de inocencia, pero más le vale a Don Pedro explicar de una forma convincente y creíble las razones que le llevaron a contratar a dos señores de su propio partido para unas funciones que, al parecer, nunca realizaron y por las que se metieron en el bolsillo una cantidad que supera los 200.000 euros.

Estoy convencido de que para muchos ciudadanos que, aunque se cansaron de sus formas y su prepotencia, piensan que Pacheco fue durante años un gran alcalde para Jerez, debe ser lamentable verlo ahora envuelto en estos truculentos asuntos. Sobre todo cuando, ya lo hemos manifestado en más de una ocasión, tuvo la oportunidad de salir por la puerta grande y, al final, lo hizo por una gatera que todo hace indicar que se irá estrechando más a medida que pase el tiempo. Por último, un caso como el que nos ocupa, sea cual sea su resolución, pone en tela de juicio por enésima vez la honestidad de la clase política y supone un misil a la línea de flotación de la confianza de los ciudadanos en sus representantes públicos. Y más en los tiempos que corren. A muchos les debe haber recorrido un escalofrío por el cuerpo al comprobar la alegría con la que se manejan los dineros de los jerezanos, insisto, se haya cometido un delito o no. En los próximos días y meses asistiremos a un rosario de informaciones, reacciones y noticias sobre este asunto. Sólo nos cabe esperar, por salud democrática, que no se haga realidad la sentencia que hiciera célebre Lord Acton: «El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente».