Sociedad

La política los quiere en forma

El deporte se hace un hueco en la agenda de muchos líderes, que lo utilizan incluso como estrategia de márketing para conectar con el electorado

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¿Quién es capaz de realizar miles de abdominales al día? Aparte de deportistas de elite y adictos al gimnasio, hay políticos capaces de este tipo de proezas. Y es que el poder se ha modernizado y ha entrado en una nueva era, donde la apariencia física tiene cada vez más importancia. Muchos líderes han aumentado su tabla de ejercicios o, al menos, eso dicen en los medios de comunicación. Hay quien se lo toma tan en serio como José María Aznar, a quien el diario italiano Il Corriere della Sera ya definió como «el macho». No es para menos, porque pocos pueden presumir de hacer dos mil abdominales cada día a un ritmo de una cada dos segundos. Al menos eso es lo que asegura su entrenador físico, quien aclara que el ex presidente español practica un entrenamiento personalizado desde su paso por La Moncloa. Corría cada mañana por los jardines de la residencia oficial, para después ir a jugar a pádel. El actual responsable de Faes forma parte de una nueva generación de mandatarios que cuidan la imagen como un reclamo más del electorado. ¿Estamos ante una afición o puro márketing?

La política actual apuesta más por las emociones que por los ideales. Con ese convencimiento, los gabinetes de comunicación de cada partido se rompen la cabeza para encontrar reclamos que conecten con la población. De ahí que en estos tiempos sea más corriente observar a un jefe de Estado con unas deportivas. Además, «no podrían soportar el nivel de tensión y presión sin hacer ejercicio a diario», advierte el experto en márketing político Gabriel Colomé.

Los músculos de Putin

Esta consigna se convierte casi en una cuestión de Estado. Es fácil toparse por las carreteras vascas con el lehendakari Juan José Ibarretxe dando pedales con su maillot del Euskaltel. Las socialistas Trinidad Jiménez y Leire Pajín son adeptas al entrenamiento diario. La ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, practica yoga una vez por semana y suele caminar por el monte. Luego están los locos del deporte, como Alberto de Mónaco. El príncipe monegasco hace natación, tenis, esquí, automovilismo, golf, rugby, ha hollado los dos Polos y, además, es cinturón negro de artes marciales. Ahí es nada.

Pocos de sus antecesores compartían esta pasión por sudar la gota gorda. Sólo hay que comparar la figura de muchos políticos actuales con la de sus predecesores. Las canas de Boris Yeltsin y la despejadísima frente de su predecesor, Mijail Gorbachov, eran ensalzadas como atributos propios de la experiencia. Pero todo eso cambió en Rusia con la llegada de Vladimir Putin. La discreta imagen de sus primeros años al frente del Kremlin se diluyó en una visita a Siberia, donde pescó y descendió en balsa por un río caudaloso. La excursión pasó a la historia al difundirse fotografías de un Putin musculoso y sonriente, posando con pantalón militar, torso desnudo, una caña de pescar en la mano y cuchillo de monte al cinto. Encarnaba, o eso pretendía, la rudeza y bravura del pueblo ruso. Un gesto nada casual, con el que ganó popularidad y demostró encontrarse en plena forma a sus cincuenta años bien cumplidos.

Pero tener los bíceps que exhibe el ex teniente coronel del KGB requiere mucho sudor. Putin es un experto boxeador y judoka y adepto al esquí alpino; unos gustos bien distintos a los de Yeltsin, un robusto político siberiano aficionado a la bebida y operado en varias ocasiones a corazón abierto.

«Antes del baby boom, parecer mayor daba sensación de estatus. Se veneraba a la gente con más edad y se le atribuía sabiduría. Pero eso empezó a cambiar a partir de los 60, con la eclosión de la juventud. Hubo un cambio de moda. Ahora estamos frente a una sociedad más hedonista. Así que los políticos deben implicarse con esta nueva generación y, como ella, rendir culto al cuerpo», explica Colomé. Muchos políticos se han puesto manos a la obra.

Jefes de Estado y de Gobierno soportan jornadas maratonianas que ni Jane Fonda, en su buenos tiempos, podría aguantar. Amanecen en los informativos, almuerzan en las tertulias, cenan en los telediarios y trasnochan hasta la carta de ajuste. Su agobiante agenda les exige estar altamente preparados y, además, emplear la vía rápida para atraer al público en prime time. ¿Cómo? Con cuerpos perfectos y una indumentaria cara; y si a esto añaden carisma, aún ganan más votos.

Los políticos no tienen tiempo que perder. Jogging, esgrima, baloncesto, bicicleta... Cualquier deporte es válido para pinchar el flotador de la cintura, aunque luego la genética de cada uno condiciona la recompensa por tanto esfuerzo. Al inquilino del Elíseo, Nicolas Sarkozy, nadie le discute su empeño por conseguir el cuerpo de un efebo. De hecho, sus múltiples responsabilidades no impiden al presidente galo practicar más deporte que la media de sus paisanos. Y allá donde le lleven los asuntos de Estado, es fácil verle en pantalón corto, corriendo solo -escoltas al margen- o en compañía de su bella esposa, Carla Bruni.

Y pese a que algún diario galo le haya hecho el favor de borrarle con photoshop los michelines, no hay duda de que Sarkozy se ha puesto al día en eso de empatizar con el electorado. De hecho, aprovecha muy bien lo que se conoce como la photo opportunity, tanto cuando sale a correr, a andar en bicicleta o a pescar. Aunque no alcanza en oportunismo a George W. Bush. Al ex presidente de EE UU le encantaba regalar paseíllos fotográficos en zapatillas y shorts cada vez que ponía un pie en Camp David, su residencia de verano. O correr por el parque con sus guardaespaldas y una lluvia de reporteros a su lado.

«Se trata de demostrar que están en forma y seguir las tendencias». A juicio de Colomé, no será raro ver pronto imágenes de Barack Obama jugando al basket en la Casa Blanca con alguna estrella de la NBA, como Michael Jordan. «Podían ejercitarse en casa, en un gimnasio o en lugares menos públicos. Pero los gabinetes de comunicación buscan acercar los líderes políticos a los ciudadanos».

De ahí que no sea extraño que la primera imagen ofrecida por los portavoces del político afroamericano al día siguiente de vencer en las elecciones fuese enfundado en un chándal. El senador por Illinois no encontró mejor opción para quemar el estrés de la campaña que acudir al gimnasio. Eso sí, su equipo de imagen no perdió tiempo en mandar esa instantánea a los medios. Es cierto que también le podían haber sorprendido con un balón de baloncesto o un palo de golf entre manos. «Por eso arrasa en segmentos de edad de 18 a 25 años, que son los nuevos votantes. Se trata de transmitir cotidianidad», añade el experto.

Las zapatillas de ZP

El deporte se emplea en política con «un fin comunicacional», sostiene el experto Yuri Morejón, presidente de la Asociación Vasca de Asesores y Consultores Políticos (Avascop). «Con una imagen practicando ejercicio se llega a un público que normalmente no ve las noticias, además de comunicar vitalidad, juventud y hábitos de vida sanos». También sirve de guiño al electorado menos interesado en política.

Pero aún existen otras fórmulas de utilizar el deporte en beneficio propio. «Berlusconi fue un precursor en emplear expresiones y símbolos deportivos como Forza Italia, o en hacer predominar en su campaña el color azul, asociado a la selección 'azurra'». Otro recurso habitual es lanzar un mensaje en el descanso de un partido de béisbol o realizar el saque de honor en un torneo. «Se busca transmitir normalidad y dar a entender que tienen los mismos hobbies que cualquier votante», anota Morejón.

Quizás fue ese el consejo que le dieron a José Luis Rodríguez Zapatero el día que salió a correr por la playa durante unas vacaciones de verano y, casualidad, fue «sorprendido» por un fotógrafo. De hecho, se sospechó que se trataba de un montaje, dada la ausencia de huellas visibles en la arena mojada, como si el presidente del Gobierno español levitase. Al líder del Ejecutivo no le quedó más remedio que reírse de la anécdota e insiste en correr dos o tres veces por semana, aunque su verdadera pasión sea el baloncesto y pescar truchas.

«El deporte es en la política un ingrediente más, que va asociado a valores positivos como dinamismo, competitividad y trabajo en equipo. A la hora de transmitir la imagen del líder de un partido o de un Gobierno no conviene dar una apariencia de cansancio o agotamiento. Eso se cuida mucho. Y los medios de comunicación demandan historias más digeribles de los políticos, en las que se traten diferentes facetas del líder», sostiene el consultor político Daniel Ureña, de MAS Consulting Group.

Quizá sea esa la razón por la que Fidel Castro sustituyó el uniforme color oliva de coronel por el chándal Adidas de la selección cubana en sus escasas apariciones tras conocerse la grave enfermedad que le aqueja. Y es que una imagen vale más que mil palabras.