VENTANAS. Espacios para ver las obras. / J. MARCHENA
CÁDIZ

Es de agradecer

En los numerosos pa-seos por Cádiz que mi condición de jubilado me permite, he podido comprobar cómo los deseos de tantos y tantos ciudadanos que están en mi misma situación, por fin, se han visto recompensados.

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Se trata de esa curiosidad intrínseca del gaditano, que se ve incrementada con la edad. Es la de vigilar y controlar las obras que se realizan en nuestra ciudad.

Esta curiosidad casi siempre se ve truncada por vallas metálicas, plásticos verdes y otros obstáculos, que en aras de una necesaria seguridad para el viandante, se colocan en el perímetro de dichas construcciones, impidiéndonos a todos satisfacer nuestros deseos de poder comprobar el ritmo, por desgracia a veces demasiado lento, de nuestras obras ya sean públicas o privadas.

De todo esto fueron claro ejemplo las obras que se realizaron para el soterramiento de las vías férreas, cuando en las murallas de Bahía Blanca se concentraban bastantes paisanos para ver la marcha de los trabajos.

Pues bien, por fin alguien se ha acordado de nosotros. En una construcción que se realiza en el barrio de La Viña, más concretamente en la esquina que forman las calles La Palma y Santísimo Cristo de la Misericordia, los responsables de dicha obra han tenido el detalle de despejar, con grandes huecos, a modo de ventanas, las vallas que rodean su perímetro.

Estos espacios dejan a simple vista de quien quiera curiosear todos los trabajos que se están realizando.

Desde estas líneas querría agradecer este gesto, además de animar a los demás constructores a que no nos oculten nuestras entrañas, aunque parezcan romanas o fenicias. También ellos fueron gaditanos.