Una mujer arrastra una bombona en una calle ucraniana. / REUTERS
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Rusia se resiste a atajar la crisis

Moscú retrasa la reapertura del grifo del gas hasta que se selle el documento que regulará las funciones de los observadores desplegados en Ucrania para controlar el suministro

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El restablecimiento del suministro de gas a Europa depende en el momento actual de dos factores: que Rusia quiera admitir que los observadores enviados por la Comisión Europea se encuentran ya en sus puestos en las estaciones de bombeo, listos para comenzar las verificaciones, y que se firme el protocolo que habrá de regular todos los detalles del funcionamiento de ese grupo de control. Todo indica que la espita del gas se abrirá hoy, después de que el primer ministro ruso, Vladímir Putin, reciba en Moscú a su homólogo checo, Mirek Topolanek.

La misión de observación europea llegó ayer a Ucrania, pero ello no ha supuesto la normalización del suministro. En Kiev, la capital ucraniana, aterrizó también Topolanek, cuyo país preside durante el actual semestre la UE, para acelerar la organización y preparación del trabajo de los observadores. El primer ministro checo fue recibido por el presidente Víctor Yúshenko y por la jefa del Gobierno ucraniano, Julia Timoshenko. Desde Kiev, Topolanek viajará hoy a la capital rusa.

Tras el fracaso de las conversaciones del jueves en Bruselas, Ucrania aceptó ayer la presencia de observadores rusos. Esta concesión, lograda no sin denuedo de los dirigentes checos y la Comisión Europea, hizo que la situación saliese del punto muerto en el que se encontraba. No obstante, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, advirtió al jefe de Gazprom, Alexéi Miller, a quien recibió en el balneario de Sochi, que no deberá dejar que el gas discurra de nuevo por la tubería europea mientras Kiev no firme el protocolo sobre la misión de control.

«Lamentablemente, hemos perdido toda la confianza en la parte ucraniana», manifestó Medvédev ante las cámaras de televisión en compañía de Miller. El jefe del Kremlin reiteró que entre el 1 y el 7 de enero, la compañía ucraniana Naftogaz no dejó de «robar» el gas ruso con destino a la Unión Europea, acusación que Kiev rechaza categóricamente. El presidente ruso aseguró además que «el año pasado, cuando vendíamos el gas a Ucrania a 179,5 dólares los mil metros cúbicos, el consumidor pagaba 320». Según sus palabras, «esa diferencia ha ido a parar a bolsillos de estructuras desconocidas con el objetivo de satisfacer intereses corruptos».

Demora técnica

Especialistas ucranianos han afirmado que, una vez restablecido el flujo normal de gas por parte de Rusia y debido a razones técnicas, el combustible no llegará a sus destinatarios hasta dentro de tres días. Por desacuerdos en los precios del gas, Rusia cortó el abastecimiento el pasado día 1 a Ucrania y el día 7 al resto de los países europeos.

El jueves, Putin alertó de que el futuro de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea «dependerá de la objetividad con la que los países europeos analicen el actual conflicto del gas». El jefe del Gobierno ruso amenazó incluso con suspender definitivamente la venta de gas a Europa al manifestar que «las pérdidas sufridas por Gazprom podrían conllevar una reorientación hacia los mercados asiáticos y americanos».

La reanudación del suministro a Europa no pondrá fin al problema, ya que queda aún por concluir el acuerdo sobre el precio al que Kiev deberá pagar el gas en 2009. Cuando se rompieron las negociaciones, el 31 de diciembre, la última oferta de Gazprom era una tarifa de 250 dólares cada mil metros cúbicos de gas. Ahora, el consorcio ruso ha elevado el precio a 470 dólares. El portavoz de Gazprom, Serguéi Kupriánov, explicó ayer que «470 dólares por mil metros cúbicos es el precio que pagan otros países del este de Europa». En 2006, una disputa idéntica produjo también cortes de energía en la mayoría de los países europeos, pero la incidencia y la duración del conflicto no llegó a alcanzar la actual envergadura.