Jerez

hablar por hablar (de ellas)

CALLE PORVERA El año ha comenzado con dos polémicas en torno a dos mujeres relevantes sobre las que no puedo evitar pronunciarme. El lector me perdonará mi continua alusión a temas en los que se trata de forma injusta al género femenino, pero no se trata tanto de ser feminista (no me considero tal) como de defender el sentido común. El caso es que en plena crisis económica, laboral y existencial para muchos de nuestros mandatarios que deberían replantearse su exilio a Las Bahamas, lo más comentado está siendo la indumentaria de la ministra de Defensa en el Día de la Pascua Militar.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Por lo visto, Chacón se atrevió a transgredir el protocolo utilizando un esmoquin femenino, en lugar de un traje largo. Lo curioso de todo esto no es tanto su «osadía» como la certeza de que esas normas deben ser actualizadas con urgencia, o ¿es normal que en algunos contextos se exija determinada indumentaria? No me malinterpreten, una cosa es ir elegante o de etiqueta y otra muy diferente es obligarte a utilizar una falda larga, y más a estas alturas de la película.

El caso de la ministra de Justicia francesa, que se ha incorporado al trabajo a los cinco días de dar a luz, también me ha llamado la atención por la polvareda levantada a su paso. Si se hubiera quedado en casa los cuatro meses, seguro que más de uno habría criticado lo poco profesional de su conducta, mientras que ahora lo que se pone en tela de juicio es su capacidad como madre. Aunque suene a topicazo, nada de esto estaría pasando si hablásemos de un tal Jacques y no de Rachida Dati. No obstante, ¿a alguien le preocupa sinceramente la maternidad de esta mujer y el bienestar de su criatura? El caso es criticar, mientras se desvían atenciones sobre cuestiones importantes.