Opinion

Amenazante aislamiento

La decisión hecha pública por diez activistas de la izquierda abertzale de «tomar las armas e integrarse en ETA» resultaría, simplemente, patética si no supusiera un emplazamiento dirigido a las bases más extremistas del mundo radical para que hagan lo propio. El hecho, acompañado por la comparecencia a cara descubierta de cuatro de los citados activistas, no tiene precedentes, y responde al dictado etarra de cerrar filas y afianzar el disciplinado seguidismo de su entorno más próximo. Nadie de la izquierda abertzale anuncia su alistamiento en las filas de ETA sin que previamente haya recibido una orden expresa por parte de la banda terrorista para que proceda así. El paulatino debilitamiento de la trama etarra le ha dificultado tanto el reclutamiento de nuevos miembros como, sobre todo, el encuadramiento operativo de los activistas que podía captar. El incontestado dominio que ETA ha seguido ejerciendo sobre las organizaciones ilegales o legales de la izquierda abertzale en cuanto a su orientación general no se ha correspondido con la persistencia de los apoyos directos de que gozaba hasta hace unos años. La fragilidad etarra y su falta de credibilidad ante las bases más amplias de la izquierda abertzale dificultan sobremanera que un golpe de efecto voluntarista como el escenificado tenga mayores consecuencias.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pero la noticia es suficientemente elocuente como para que los responsables políticos y la sociedad en general tomen buena cuenta de cuáles son las intenciones que guían a ETA: asesinar en tanto puedan hacerlo y mantener activa una apreciable red de coacción que pesa a modo de amenaza cierta sobre la vida cotidiana de miles de ciudadanos en el País Vasco y en el resto de España. Es ésta una evidencia tan fuera de toda duda que resulta inadmisible cualquier mención al terrorismo o a la lucha anti-terrorista como recurso para la diatriba partidaria entre demócratas. En este sentido, las manifestaciones del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, advirtiendo sobre la eventual utilización de la Ley de Partidos a favor de las aspiraciones electorales de Patxi López son, además de insidiosas en su vaguedad, una muestra más del doble juego al que es tan proclive el partido que acaba de salvarle la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales al gobierno socialista.