ESTABILIDAD. Rodríguez Zapatero se dirige al pleno del Congreso durante el debate de su investidura. /AP
ESPAÑA

El Gobierno sortea el primer año de la legislatura sin derrotas en el Congreso

El grupo popular logra romper la soledad parlamentaria de los últimos cuatro años y encuentra aliados entre los nacionalistas Los socialistas practicaron con éxito la 'aritmética variable'

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Allá por abril el panorama era incierto, pero el Gobierno ha logrado sortear el primer año de la legislatura sin perder ninguna votación en el pleno del Congreso pese a la desventaja de no contar con socios estables. Los socialistas se aliaron ora con CiU, ora con el PNV y también con Esquerra, IU y BNG para ganar todos los debates parlamentarios en la cámara baja. El PP también mira con regocijo su balance porque ha conseguido terminar con la imagen de grupo solitario de la pasada legislatura, enrocado en posiciones que concitaban la unanimidad en su contra del resto del hemiciclo.

Los grupos parlamentarios del Congreso han votado en el pleno cientos de iniciativas legislativas este año, sólo con la ley de Presupuestos sus señorías apretaron el botón de voto más de 400 veces, y el Ejecutivo salió indemne de todas. El grupo socialista picoteó aquí y allá, y logró forjar mayorías con unos y otros. Otra cosa fue en el Senado, donde los populares son la minoría mayoritaria y consiguieron que el Gobierno en algunas ocasiones paladeara la derrota; la última, el veto al proyecto de cuentas del Estado para 2009.

El pivote

El secretario general del grupo gubernamental en el Congreso, Ramón Jáuregui, reconoce que el objetivo del PSOE, con sus 169 diputados, ha sido evitar que todos se sumen a los 153 escaños del PP. Dentro de esta estrategia, «el pivote» clave de los socialistas fue CiU, el grupo con el que más votaciones han compartido. Sin ser un socio permanente, Jáuregui subraya que los diez parlamentarios nacionalistas catalanes se han convertido en el principal salvavidas de los socialistas. Y cuando su concurso no ha sido posible, han recurrido al PNV, por ejemplo en los Presupuestos. Menos frecuente ha sido la alianza con la izquierda, Esquerra Republicana, IU, Iniciativa per Catalunya y BNG, aunque también fue rentable en los contados momentos en que el PSOE ha echado mano de esta variante.

Esta estrategia de aritmética variable ya fue practicada por el Gobierno en el último tramo de la pasada legislatura a raíz del naufragio de la sociedad con Esquerra e Iniciativa por los problemas en el tripartito catalán. El Ejecutivo, pese a que había numerosas voces en contra dentro del grupo socialista, reeditó este año el mismo escenario. Dejó claras sus intenciones con la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero, en la que los socialistas se quedaron solos con su líder, algo que únicamente había ocurrido con Leopoldo Calvo-Sotelo. Un mal precedente para una legislatura que se preveía complicada.

José Luis Ayllón, el homólogo de Jáuregui en el grupo popular, asume que el PP no ha sido capaz de endosar una derrota al Gobierno en un pleno del Congreso, pero se aferra a un revés que, a su juicio, tuvo más enjundia política. El PSOE perdió en julio pasado una votación en la Junta de Portavoces de la Cámara que forzó, a iniciativa de los populares, una comparecencia extraordinaria del presidente del Gobierno en el hemiciclo para explicar las primeras medidas contra la crisis económica. Un hecho sin precedentes.

Ayllón, con aceptar que la situación es la que es, precisa que el dato de que los socialistas no hayan perdido votaciones es equívoco puesto que cuando veían algún debate en peligro se sumaban al carro de los vencedores. Así ocurrió, recuerda, con una proposición sobre el precio de los carburantes durante la huelga de transportistas. Para el secretario general del grupo popular, con todo, lo más sustantivo de este año es que se ha pasado «del todos contra el PP, al todos a apoyar las iniciativas del PP», y para corroborarlo apunta que su grupo casi nunca ha votado en solitario. Es más, abunda, «hemos respaldado» a los socialistas cuando sus iniciativas eran «razonables».

Un panorama inimaginable en la anterior legislatura. En el cambio ha tenido mucho que ver la desaparición del terrorismo como elemento de confrontación, al menos hasta los últimos compases del periodo de sesiones, en los que los ayuntamientos de ANV se colaron en el salón de plenos de la mano de Rosa Díez con la anuencia del PP.

Expectativas

El futuro, coinciden ambos dirigentes, se presenta plagado de expectativas. El grupo gubernamental estaría más cómodo con un socio estable para evitar apuros de última hora en las votaciones, pero tampoco hace un mundo de ello.

Jáuregui ve difícil la alianza con CiU. Un acuerdo sobre la financiación autonómica, comenta, sería una condición «necesaria pero no suficiente» ya que los nacionalistas podrían desentenderse de ese pacto y, además, la particular situación política de Cataluña, con la federación en la oposición a los socialistas, tampoco ayudaría. Con el PNV, prosigue, habrá que esperar a los resultados de las elecciones vascas de marzo, y si gana su compañero Patxi López complicaría esa sociedad parlamentaria, que, por paradójico que parezca, sería más sencilla con un triunfo nacionalista. En resumen, que los socialistas parecen abocados a seguir con la aritmética variable y los agobios.

Ayllón espera que la tímida descongelación de las relaciones de los suyos con otros grupos se afiance y llegue el momento de colocar al Gobierno contra las cuerdas. Los tratos del grupo popular con los nacionalistas son más fluidos y sólo falta encontrar la tecla legislativa que aglutine a todos contra los socialistas, además.

El principal partido de la oposición tiene depositadas muchas esperanzas en la crisis económica y las, a su juicio, «erráticas medidas» gubernamentales para afrontarla.