DERROTADO. Los azulinos tratan de reanudar la marcha tras el segundo tanto del conjunto que entrena César Ferrando. / JUAN CARLOS CORCHADO
XEREZ 1-2 NÁSTIC

Les pudo la morriña

El Xerez sufrió la segunda derrota en Chapín y dejó escapar el liderato Los azulinos pagaron la ausencia de Emilio Viqueira y la lesión de Antoñito

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En una semana de euforia, al Xerez le pudo la morriña. El conjunto de Esteban Vigo echó de menos la presencia de Emilio Viqueira, que no pudo participar en el partido de ayer por tener que cumplir el encuentro de sanción que acarrean cinco cartulinas amarillas. A la ausencia del medio centro se le unieron varios factores que sorprendieron a un conjunto que dejó escapar la ocasión de acabar el año en lo más alto de la clasificación de Segunda División. Y es que el duelo ante el Nàstic tenía su trampa. Era un partido casi a cara o cruz (cuanto menos una monedilla de un céntimo por lo que todavía queda en juego), pues de ganar se podría haber terminado con la mayor sonrisa de plata, y de perder incluso podría haber quedado fuera de la zona de ascenso. El 1-2, el perder sólo por una diferencia de un tanto, les permitió agarrarse a la zona VIP con la yema de los dedos, pues los azulinos llegarán al 2009 igualados en casi a todo con el Hércules, que es el primero de los aspirantes a entrar en la zona de ascenso. Los alicantinos tienen los mismos puntos, la misma diferencia de goles (+11) y empataron con el Deportivo en el Rico Pérez. Únicamente el mayor bagaje goleador de los hombres de Esteban, permite al Xerez pasar la Navidad entre los tres primeros clasificados. Posición que ayer no demostraron sobre el campo.

El entrenador malagueño ya había reconocido a lo largo de la semana que mantenía alguna duda, que no terminaba de encontrar al hombre sobre el que depositar la responsabilidad de sustituir al Mago Viqueira. Bergantiños y Luque eran los candidatos para solucionar el problemón, pero ninguno de los dos rayó a la altura. Álex salió de inició y no sólo no ofreció las soluciones que suele su compatriota, sino que no fue el Bergantiños brillante de otros encuentros. Luque, que entró en la segunda parte, dejó al descubierto que aún le resta mucho rodaje para alcanzar su nivel. Muy lejos de levantar el encuentro, apenas aportó profundidad.

Y es que a los azulinos se les fue un partido en el que nunca controlaron el centro del campo. El doble pivote era plano, estaba formado por dos trabajadores, especialistas en el robar y tocar, pero sin capacidad ni genio para soportar la posesión ni la conducción de los azulinos.

Impulso inicial

Los de Esteban se pusieron por delante gracias a dos factores. El primero, las ganas y el ímpetu inicial con el que se salió del vestuario. Había ganas de agradar. Y el segundo, el nerviosismo del portero del Nàstic que regaló la bola a Antoñito, aún sabiendo que entre el sevillano y Momo se la podían liar, como se la liaron.

Tras el undécimo tanto de Antonio comenzó la catarata inconvenientes. Nada más marcar, el Xerez volvió a sufrir una pequeña relajación. No tan evidente como ante el Sevilla Atlético o el Girona, pero lo suficientemente perceptible para los de Ferrando. No es que retiraran el pie del acelerador, pero sí se puso el controlador de velocidad para gastar lo justito. De hecho, salvo el gol y un pase desde línea de fondo que remata sin acierto Antoñito, los azulinos apenas inquietaron a Rubén. Si a eso se le une el gol del Nàstic en el último minuto de la primera parte -otra vez a balón parado y otra vez en el descuento- y la lesión de Antoñito a los pocos minutos de arrancar la segunda parte, se puede entender como poco a poco se le fue escapando el liderato a los xerecistas. Para acabar, la posesión del balón ya se había perdido descaradamente en favor de los catalanes, Calle estaba sentado en la grada y el Xerez -inquieto y precipitado por la presión de ver como se escapaba la victoria- abandonó su juego y se decantó prematuramente por el balón en largo.

Con ese escenario, antes del minuto sesenta el Nàstic ya parecía tener controlado el partido, por lo que terminó de matar la ilusión azulina en una contra tras otra jugada a balón parado -ahora en ataque- que no se supo aprovechar. Jordi Alba pudo plantarse en tres toques delante de Chema y definir sin problemas para darle la vuelta al marcador y confirmar la sorpresa en un Chapín que veía como en dos semanas volaban hasta cinco puntos de una tacada. Restaba aún media hora para que Pérez Lima pitara el final del encuentro, pero ni Sarmiento, ni Luque ni Calvo cambiaron lo más mínimo el panorama del encuentro -la solución estaba en la grada-. Es más, la mejor ocasión de esa media hora la tuvo el equipo visitante en los pies de Redondo, que no supo controlar en un dos contra uno ante Chema.

sgalvan@lavozdigital.es