LUCES Y SOMBRAS

Señas de identidad

Hace unos cinco años, tal vez más, un conocido escritor y buen articulista me trasladó su impresión sobre el número creciente de edificios, de cierta antigüedad, que estaban desapareciendo de nuestro casco histórico victimas de la piqueta municipal. Ignoro si previamente se han agotado las posibilidades de rehabilitación de las viviendas declaradas en ruina. Espero que sí. Sin embargo, se podría decir que las nuevas construcciones afectan de algún modo a la peculiar y atrayente personalidad de la ciudad antigua. Hoy no sé lo que pensaría el escritor, pero es una realidad constatable que algunos barrios de la ciudad, los más antiguos y populares, empiezan a presentar una fisonomía que se aleja de sus características tradicionales. Es evidente que han mejorado sensiblemente en muchos aspectos aunque hay que hilar muy fino cuando se trata de actuaciones sobre el patrimonio histórico artístico.

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He recordado el encuentro con el escritor mientras leía un extenso e interesante artículo del arquitecto Juan Jiménez Mata publicado recientemente en La Voz y con él en esta ocasión coincido plenamente. Jiménez Mata analiza la política urbanística del gobierno municipal y resalta sus propias contradicciones.Si por un lado manifiesta su voluntad de endurecer las medidas en el casco histórico por otro, autoriza la construcción, prohibida por el PGOU en vigor, de áticos en pleno corazón de la ciudad. El partidito, que debería desaparecer, se sustituye por otro en forma de ático. Con la ampliación innecesaria del aparcamiento de Canalejas -existen otras opciones más razonables en las cercanías- se clava un rejón de muerte al proyecto no nato de la plaza del Mar. La vieja aspiración de integrar la ciudad en la dársena portuaria, como han hecho con éxito muchas otras ciudades marítimas, seguirá siendo eso, una vieja y secular aspiración. Mientras tanto, otros proyectos de vital importancia para Cádiz siguen durmiendo el sueño de los justos. El proyecto de la plaza de Sevilla parece anquilosado. La construcción de un hotel de cinco estrellas en el antiguo hospicio de Valcárcel no termina de arrancar. Hubiera sido más útil dedicarlo a un centro universitario. Por ejemplo, a albergar la Facultad de Ciencias de la Educación. Así se saldaría un ineludible compromiso que la administración docente tiene con Cádiz desde hace ya muchos años.