CESANTE. Yves Leterme, cuyo Gobierno ha renunciado. / AFP
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El rey de Bélgica sopesa salvar la crisis con un primer ministro provisional

Alberto II cita a la coalición de partidos para buscar una salida tras la renuncia del Gobierno en bloque

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El rey de Bélgica, Alberto II, ya se ha lanzado en busca de una solución que ponga fin al último capítulo de la convulsa vida política de su país. El monarca se reunió ayer con los representantes de los cinco partidos que conforman la coalición de gobierno para decidir si acepta la dimisión en bloque presentada por el Ejecutivo el viernes por la tarde. El Gabinete, liderado por Yves Leterme, formalizó su renuncia después de que la judicatura acusara al primer ministro de presionar a los magistrados para impedir que anularan la venta de Fortis a un banco francés.

Aunque el soberano belga pretende tomar una decisión provisional a corto plazo, lo cierto es que desde la noche del viernes mantiene maratonianas reuniones sin haber hallado una solución. Según la radiotelevisión pública RTBF, lo más probables es que Alberto II opte por mantener la base del actual Gobierno y designe a un nuevo primer ministro. En principio, este nuevo jefe del Ejecutivo dirigiría el país de forma transitoria hasta las elecciones regionales del próximo junio.

Las hipótesis sobre el sucesor de Leterme, que con esta última ha presentado en cuatro ocasiones su dimisión, sitúan al frente del Ejecutivo al presidente del Congreso, Herman van Rompuy. Además, se barajan los nombres de los ex primeros ministros Jean-Luc Dehaene y Guy Verhofstadt. Pese a las especulaciones que circulan por el país, la Casa Real sólo ha confirmado que Alberto II pretende proseguir con las reuniones todo el fin de semana y hacer pública su decisión antes del miércoles.

El monarca debe hallar una solución en tiempo récord porque el país se ha visto golpeado con especial dureza por la crisis financiera. De hecho, la caída de Fortis ha convulsionado Bélgica y ha acabado por tumbar al Gobierno. Leterme y su gabinete dimitieron después de que la judicatura acusara al primer ministro de presiones para tratar de evitar que se frenara la venta del emblema bancario belga, que previamente había sido nacionalizado tras hundirse en la Bolsa. El jefe del Ejecutivo negó en un principio haber intentado influir en los magistrados, pero el poder judicial llegó a remitir una carta al Parlamento para denunciar las maniobras.

La prensa belga cargó ayer con toda su artillería contra Leterme. Tanto los periódicos flamencos como los francófonos censuraron la actuación del todavía jefe del Gobierno hasta llegar a calificarle como «el peor primer ministro desde la posguerra».