Cultura

Sin sorpresas

No hay sorpresas en las nominaciones a los Goya de este año: responden a la lógica del gusto sociológico imperante, a la taquilla y también, por qué no, a esa costumbre de la Academia de favorecer las adaptaciones literarias y el pretendido cine español de autor. En ese contexto resulta explicable la condición de gran favorita de Los girasoles ciegos, vinculada a ese tema de moda que es la posguerra y la recuperación de la memoria histórica. Incluso dado un notable basamento literario al que Cuerda aplica su peculiar realismo. Igualmente lógicas son las once nominaciones del segundo favorito, el prestigioso Agustín Díaz Yanes y Sólo quiero caminar -tal vez la mejor obra del año-, a la que su estreno tardío le ha privado de un mayor número de candidaturas.

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La inclusión de Álex de la Iglesia era incuestionable por su oficio y la excelente factura de Los crímenes de Oxford, la película española más taquillera del año. Previsibles, también, las nominaciones de Maribel Verdú y Penélope Cruz, habida cuenta de la lenta madurez de la primera y de la repercusión internacional lograda por la segunda en la película de Allen. Ninguna sorpresa, en definitiva, salvo las que a la hora de la verdad se puedan dar con el mismo Agustín Díaz Yanes y su actriz Ariadna Gil.