LOS LUGARES MARCADOS

Deseos y peticiones

Hay muchas coartadas para expresar un deseo. Hay quienes acechan el movimiento de una estrella fugaz para pedir un favor del dios del amor; quienes escriben cartas a los Reyes Magos, consiguiendo olvidar que eran sus padres quienes ponían los juguetes junto a sus zapatos y se bebían el agua de los camellos; quienes se paran ante los altares y elevan una plegaria íntima En Colombia, por ejemplo, el día 7 de diciembre se celebra la Fiesta de las Velitas, y se encienden montones de ellas a la puerta de las casas mientras se van formulando las peticiones del corazón.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Y es que cada quien tiene su alma en su armario, y sus aspiraciones, y sus deseos inconfesados apretados en ella. Pero esas esperanzas (un amor inalcanzable o inalcanzado, un cambio vital, un reencuentro, un premio, un viaje con o sin retorno) nos hacen más grandes y más humanos. Hay también quien tilda a los esperanzados de ilusos. Ésos son los amargados, quienes nunca han sido capaces de formular sus propios deseos y se complacen en echar por tierra los sueños de los demás. Pobre gente, sin metas altruistas, sin utopías y sin anhelos.

Estos días, salvando los tópicos, eludiendo el consumismo feroz y yendo al significado más inocente de la Navidad, no estaría de más que hiciésemos recuento de nuestros deseos. Escribamos esa carta, encendamos esas velitas: creamos, como los niños, que es posible el milagro. El mero hecho de hacerlo ya nos reconforta. Que haya quien no confíe en el futuro, quien no esté capacitado para la fe en el porvenir, no quiere decir que éste no haya de llegar, y que no sea mejor de lo que los agoreros anuncian.

Hasta el Evangelio dice: «Pedid y se os dará». ¿A qué estamos esperando, entonces? ¿Papel y lápiz! «Queridos Reyes Magos »