Alí Hasan al Mayid acumula su segunda condena a muerte. /Archivo
juicio a la dictadura iraquí

El primo de Sadam Husein que ordenó el genocidio de Anfal

Alí Hasan al Mayid creció políticamente a la sombra de quien rigió los destinos de Irak durante más de veinticuatro años

BAGDAD Actualizado: Guardar
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Alí Hasan al Mayid, conocido como 'Alí el Químico', ya fue condenado una primera vez a muerte en junio de 2007 por el "caso Anfal", al que debe su fama precisamente por su responsabilidad en los ataques con armas químicas que en 1988 causaron miles de muertos en el Kurdistán.

'Alí el Químico', primo de Sadam y uno de los principales hombres de confianza del ex dictador iraquí, nació en 1941 en Tikrit (Irak), la misma ciudad que vio nacer a Sadam, y que daría nombre después al clan familiar que profesó una lealtad incuestionable al dictador mientras estuvo al frente del poder.

Primo hermano de Sadam, con quien además guardaba un gran parecido físico, creció políticamente a la sombra de quien rigió los destinos del país durante más de veinticuatro años. Su pertenencia al clan Tikrit le valió pronto el cargo de ministro de Defensa, así como su inclusión en el Consejo del Mando Revolucionario, la instancia suprema de poder del antiguo régimen.

Al frente del Ejército se encontraba cuando, en 1988, no dudo en utilizar gas venenoso para reprimir la sublevación autonomista del Kurdistán iraquí, saldada, según algunas organizaciones de derechos humanos, con la muerte de cerca de 100.000 personas. La feroz represión, que sólo en la ciudad de Halabja se cobró en un día más de 5.000 víctimas, le valió entonces el sobrenombre de 'Alí el Químico', apodo con el que aún se le identifica y que simboliza, si cabe, la mayor atrocidad que cometió mientras ejerció el poder.

En 1990, Irak ocupó Kuwait y Sadam premió a Al Mayid su fidelidad al régimen nombrándole gobernador de Kuwait. Su Gobierno al frente de la que fue denominada "decimonovena provincia de Irak " fue sin embargo efímero. En febrero de 2001, la coalición internacional liberó Kuwait y Al Majid fue nombrado ministro de Interior. Como tal jugó, igualmente, un papel fundamental en la sangrienta represión que siguió a la rebelión protagonizada por los musulmanes chiíes en 1991, algo que no hizo más que incrementar la leyenda de hombre sin piedad que le precedía.

Al frente de la inteligencia iraquí

La misma actitud quedó patente cuando en 1996 no dudó en acabar con la vida de sus dos sobrinos, casados con dos hijas de Sadam y que habían desertado del país el año anterior. En 1997 le fue encomendada la dirección de los temidos servicios secretos iraquíes y del partido gubernamental Baaz en el centro y el sur del país, donde simbolizó como nadie la represión del régimen, acallando cualquier vestigio de revuelta.

En los meses previos a la invasión estadounidense que, en abril de 2003, despojó del poder a Sadam, dirigió las operaciones del Ejercito en el sur del país y realizó una gira por varias capitales árabes en busca de apoyo contra la inminente invasión estadounidense. Grupos defensores de los derechos humanos pidieron entonces que fuera detenido por crímenes de guerra, pero su rastro se perdió al comenzar la contienda.

Algunos medios de comunicación llegaron a afirmar posteriormente que había muerto en un bombardeo de la coalición británico-estadounidense en la ciudad meridional de Basora. Las dudas expresadas al respecto por el Gobierno de Estados Unidos quedaron resueltas, sin embargo, tras su detención el 23 de agosto de 2003 por las fuerzas estadounidenses desplegadas en Irak.

Al Mayid ocupaba entonces el puesto número cinco de la lista de 55 iraquíes más buscados por Estados Unidos y era el "rey de Picas" en la baraja publicada por el Pentágono en la que figuraban los principales colaboradores del régimen de Sadam. Expertos internacionales afirmaron entonces que su captura supuso la pérdida de los últimos soportes principales con que aún contaba Husein en la clandestinidad.