Breut juega «con la palabras incluso cuando tratan de escapar». / LV
Cultura

Palabras cruzadas

La cantante francesa Françoiz Breut publica un cuarto álbum donde asume la autoría de sus textos y de algunas canciones

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A pesar de que su pasada alianza, emocional y artística, con Dominique A la perseguirá durante mucho tiempo, parece evidente que Françoiz Breut (Cherburgo; 1969) lleva ya bastante tiempo instalada en un espacio de autonomía creativa de la que, indudablemente, su música ha salido fortalecida. Hasta ahora, sus álbumes discurrían por un guión ajeno: versiones y canciones prestadas por amigos como Jerôme Minière, el grupo Herman Düne o el mismo Dominique A conformaron un itinerario discográfico -Françoiz Breut (1997), Vingt A Trente Mille Jours (2000) y Une Saison Volée (200%9 - que Breut ha querido espaciar sin prisas en un intento por avanzar segura, compaginando trayectoria artística con sus espacios vitales y personales.

Comparada con cantantes francófonas de anteriores generaciones como Françoise Hardy o Jeanne Moreau, Breut ha situado su propuesta en una especie de chanson contemporánea donde una lectura vigente de folk y pop tiende a marcar las pautas de comportamiento. El mismo espacio, debidamente oxigenado, que acoge al flamante À L' aveuglette (T-Rec - Green Ufos; 2008). Un trabajo en el que Françoiz Breut empieza a asumir la autoría de algunas de sus canciones a la vez que se convierte en autora de sus textos, en buena parte autobiográficos. La responsabilidad musical del trabajo llega compartida con sus ya habituales colaboradores Luc Rambo y Boris Gronemberger, quienes, junto a Olivier Ménard y la propia Françoiz, también se ocupan de la producción de las catorce canciones que contiene. El dúo femenino Mansfield Tya también pone de su parte para que el disco discurra fluido y exquisito.

Desde la introducción instrumental de La Conciergerie al tono confesional, a la vez que orquestal, de L' automne avant l'heure, el trabajo fija un desarrollo dirigido por la sensual voz de la autora francesa y cuyos registros ratifican un buen momento artístico que consolida sus conquistas sin renunciar al avance. Melodías insinuantes de flexible construcción, dinámica rítmica y atinados arreglos de cuerda y viento terminan de construir un meritorio trabajo donde Françoiz Breut juega «con las palabras, incluso cuando tratan de escapar como animales salvajes que no atienden a razones», como canta en Mots Croises. Un disco donde, antes que a tientas, Françoiz Breut parece combinar sus palabras con exactitud para prosperar sobre estables fundamentos.