TESTIMONIO. Diario mercantil, junio de 1808. / HEMEROTECA DE PRENSA HISTÓRICA
CÁDIZ 1812

La escuadra francesa se rinde en la bahía gaditana la primera batalla Vida cotidiana en el Cádiz de las Cortes

Los barcos españoles acabaron con la flota de Napoleón tras una difícil y estratégica batalla en aguas de Cádiz

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Uno de los hechos que sucedieron tras el levantamiento de Madrid y el de otras ciudades españolas, fue la lucha que se produjo en la bahía gaditana, entre los navíos españoles y los cincos navíos de líneas, una fragata y un bergantín francés que habían combatido en Trafalgar y que estaban a cargo del Almirante Rosilly, que mandado por Napoleón debía sustituir a Villeneuve. Desde el día 9 de junio hasta el 14 del mismo mes, los movimientos de buques de uno y otro bando se sucedieron, unos como los franceses intentando ganar tiempo para la llegada de refuerzos y los otros, temerosos de que los navíos galos ocuparan posiciones en la bahía. Ya el Marques de Solano antes de su asesinato, extrañado por las operaciones que estaban realizando la escuadra francesa, puso a algunas pequeñas embarcaciones a vigilar a los buques franceses.

En Cádiz, existía una importante colonia francesa y desde los acontecimientos de Madrid el clima estaba enturbiado. Hubo asesinatos de algunos tripulantes de la escuadra de Rosilly, por lo que este prohibió terminantemente que bajaran a puerto. Todos los navíos franceses, fueron reparados, pertrechados y repletos de provisiones, prestos para salir en cualquier momento de la bahía. Sin embargo, los barcos españoles al mando de Don Juan Ruiz de Apodaca, se encontraban falta de equipamiento, estado deficiente y con una tripulación en estado lamentable. La escuadra de Apodaca se componía: Príncipe de Asturias con 112 cañones, buque insignia. Alférez de Fragata Don José Díaz Pimienta y el Alférez de fragata Don Jerónimo Balquamera. El Terrible de 74 cañones. Teniente de Navío Don Francisco Ulloa, y el Teniente de Fragata Don Lorenzo Ortiz Canela.

Montañés de 74 cañones, San Justo de 74 cañones. Comandante en Trafalgar Miguel Gastón. Once oficiales de guerra once oficiales mayores. San Fulgencio de 64 cañones. Alférez de Fragata Don Matías Irigoyen, San Leandro de 64 cañones. Alférez de fragata Don Ignacio Medina, Fragata Flora de 34 cañones. Alférez de navío Don José García Campero. La tripulación 627 de marinería, 182 de tropa de infantería, 45 de artillería. Total de efectivos 854.

«Los buques de la Escuadra no están completos de sus repuestos para 30 días pues les faltan los víveres siguientes: 3.000 arrobas de vino, 1.694 quintales 56 libras de bizcocho ordinario, 75 libras de tocino. 58 libra de menestra fina, 2.144 de leña y. 60 libra de harina, cuyas faltas proceden de que por no haber existencia en la Provisión ha sido necesario gastar del repuesto para la subministración diaria. Se están reconociendo las dietas que hay embarcadas, pues algunas se hallan deterioradas y otras necesitan pronto consumo. No se comprende en este Estado al Navío Santa Ana que se halla en el Arsenal y sin tripulación concluyendo su carena, y continúa su armamento con los auxilios que prestan en aquel sitio. ( )

La Tropa de Artillería que está embarcada y corresponde a las Brigadas de los Departamentos de Ferrol y Cartagena acaba de recibir el vestuario a que eran acreedores; pero a ninguno se les ha dado cinturón y sable cuyas armas se están fabricando a bordo de los buques. ( )

Continúa vistiendo la Marinería desnuda con los auxilios que se han dicho en los Estados anteriores, pero aún no ha recibido esta ni la Tropa el escudo correspondiente a Abril último, ni la Oficialidad la paga correspondiente a Agosto de 1807 dada al Departamento como ni tampoco la gratificación de mesa del mes de Mayo actual»

Navío Príncipe de Asturias en Cádiz a 6 de Mayo de 1808.Tomás de Ayalde Museo Naval

De la escuadra francesa solo quedaron el Heros, de 80 cañones, La Algeciras, el Plutón, el Argonauta y el Neptuno de 74 cañones. Además algunas fragatas y bergantines que con posterioridad, rompieron el bloqueo británico a la ciudad y partieron hacia Francia, con la excepción de la fragata de 40 cañones Cornelie, que quedó en la bahía.

Los acontecimientos de Bayona, habían puesto en peligro las relaciones entre franceses y españoles. Rosilly, consciente de esto dispuso su escuadra de tal modo que el San Justo, navío español, quedara en medio de los buques franceses. La posición de los buques en la bahía fue: Neptuno, Príncipe de Asturias, Heros, San Justo, Algeciras, Montañés, Argonauta, Terrible, Plutón, San Fulgencio y San Leandro.

Moreno, Comandante de la zona Marítima, logró finalmente separar las cañoneras francesas con el propósito o la misión de mandarlo a defender la entrada por Sancti Petri. Morla, sin permitir aún la entrada de la flota inglesa, compuesta por 12 navíos al mando del Almirante Purvis, organizó junto a Apodaca y Moreno, la defensa de la ciudad y los planes del combate. Se reforzaron las baterías de La Cantera, Trocadero y Puntales y se alistaron otros dos navíos.

Rosilly, se adentró en el canal de La Carraca ocasionando problemas a la flota española incapaz de maniobrar. Moreno optó por un ataque persuasivo. Colocó a las cañoneras en primera fila detrás de las bombarderas y tras estas los botes auxiliares con la tropa y todo lo necesario para el abordaje.

Morla previno a Rosilly y advirtió del ataque, siendo rechazada la misiva. Rosilly esperaba refuerzos y necesitaba tiempo, para ello mando correos a Morla para que le permitiese, aunque desembarcara las armas, permanecer en los barcos. Pero la respuesta solo podía ser la rendición sin condiciones.

La falta de pólvora y de medios en la escuadra española llevo a construir falsas baterías y a hundir el navío Miño y la urca Librada para evitar la entrada en el caño de la Carraca. Además, Francisco Mourelle envió diez cañoneras desde Málaga.

El día 14 de Junio se volvió a pedir a Rosilly la rendición sin condiciones, este tuvo que hacerlo a discreción, sabiendo que no podía soportar más la presión de los barcos españoles y sin que le llegaran los refuerzos que habían quedado bloqueados en Despeñaperros. El resultado del cambio de pabellones en los barcos dio 3676 prisioneros. Cinco navíos y una fragata, armados con 456 cañones pólvora y provisiones para cinco meses. Los barcos franceses apresados pasaron con nombres ya castellanizados a pertenecer a la escuadra española

Provocó una reacción contra la población francesa que habitaba la ciudad, se enalteció el valor de los hombres e inauguró un periodo triste y desgarrador de nuestra historia. «La Escuadra Francesa acaba de rendirse a discreción, confiada en la humanidad y generosidad de los Gaditanos, como ya he publicado. Las medidas que se han tomado han libertado a nuestra Escuadra del menor deterioro, y la han dejado ilesa: aún en las fuerzas que se han empleado no ha habido averías considerables; y la efusión de sangre ha sido menor que la de un combate de dos buques pequeños: no han pasado de cuatro los muertos. Además los Navíos Franceses, sus municiones y armas, quedan a nuestro beneficio: sus prisioneros nos servirán de canje y rehenes. Nada de esto se habría conseguido con los proyectos poco meditados y combinados de brulotes, balas rojas, y otros. Si no se hubiesen tomado precauciones que exigen tiempo, nuestra mortandad habría sido considerable. Me linsojeo, pues, de haber correspondido a la confianza de este Vecindario, que tantas y tan repetidas pruebas me ha dado de su estimación, a que jamás mi corazón sensible podrá corresponder dignamente. Más ahora pido, exijo, y mando que cesen los rumores, que todo entre en el orden: que se someta cada uno, según su clase a las autoridades constituidas, que todas dependen de la Suprema Junta, atenta siempre al bien general, y a procurar con la mayor actividad alianzas parciales y medios para el feliz éxito de nuestra empresa: que se dejen reinar las leyes, y se odie la arbitrariedad. Escandaliza que el Pueblo más culto y urbano de la tierra vocee, y quiera la muerte de un particular. Sólo el campo de Marte donde se repele la fuerza con la fuerza, autoriza la ilegal efusión de sangre. Fuera de él, aún los mismos soberanos no son dueños de la vida más facineroso, la segur solo tiene el muelle que la hace obrar en las Leyes.

Éstas prohíben en todas naciones, aún en las mas bárbaras, las sediciones, griterías y alborotos: debemos obedecerlas y respetarlas: único medio de esperar felices éxitos, y de no ofender en esta parte ni al Dios de los Ejércitos, ni al Soberano, cuyos derechos sagrados hemos jurado defender.

Para no multiplicar escritos me dirijo ahora a los franceses avecindados, o residentes en esta ciudad. La Junta Suprema ha tenido una consideración sin ejemplar con vosotros, pues prestando juramento de fidelidad a la Nación Española, os admite en su seno, y salva vuestros bienes y propiedades: gratos a este gran beneficio no debéis ser víboras que destruyen y muerden el seno que las abriga: por el contrario estáis obligados a mostrar la mayor lealtad y estimación a un Gobierno tan generoso: de este modo no solo apartaréis de vosotros la odiosidad de este urbano vecindario, sino que os atraeréis su amor. De lo contrario, temed su justicia. Castigaré con rigor y sin la menor indulgencia aun las asambleas entre vosotros, las expresiones y voces díscolas y contrarias a nuestra causa. Si algún insensato no la respeta por su razón y justicia, será la victima de su orgullo o necedad». Cádiz 14 de Junio de1808. Morla.

Los prisioneros franceses fueron encerrados en La Carraca y en los barcos San Leandro y Terrible y luego en pontones que colocados en medio de la bahía ejercían como cárceles flotantes caso de La Rufina. Soldados del ejército francés pero no naturales de Francia, pidieron pasar a filas españolas y otros tantos desertaron. Los oficiales españoles fueron ascendidos un grado y Rosilly fue liberado para que informase de los acontecimientos al propio Napoleón. Del mismo modo todos lo víveres con los que contaba la armada francesa fueron pasados a los navíos españoles.

La importante comunidad francesa que vivía en la ciudad, se vio perseguida y violentada por los gaditanos. Se exigirá la jura a la bandera como lealtad a España y todos los que no lo hicieran pasarían a ser detenidos directamente a uno de los pontones.