RESTOS. Operarios revisan los escombros de la zona afectada por la explosión de un artefacto en un repetidor de Bilbao. / TELEPRESS
ESPAÑA

La bomba que ETA colocó en el repetidor de Bilbao tenía más de cinco kilos de amonal

La Ertzaintza pensó que se trataba de voladuras controladas en las obras de una autovía

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La bomba colocada por ETA la noche del jueves junto a un repetidor de televisión en Bilbao contenía entre seis y ocho kilogramos de explosivo amonal.

El departamento de Interior del Gobierno vasco confirmó ayer el atentado que pasó desapercibido al confundirse la explosión con el ruido provocado por voladuras controladas en la zona donde se construye uno de los tramos de la denomina 'Supersur', una autovía diseñada para descongestionar el tráfico que colapsa los alrededores de la capital vizcaína.

La Consejería que dirige Javier Balza relató que la Ertzaintza recibió la noche del jueves numerosas llamadas de vecinos de Bilbao que dijeron haber escuchado una potente explosión. Ante el temor a un atentado terrorista, los agentes abrieron una investigación y comprobaron que a las 21.40 horas se produjeron unas voladuras controladas en los alrededores de la capital vizcaína de las que no habían sido informados por parte de la Guardia Civil.

Inspección

La insistencia de vecinos que denunciaron la pérdida de señal de televisión llevó a la policía autónoma a inspeccionar el repetidor instalado en el monte Arnotegi. Los agentes comprobaron la rotura de la valla de acceso, pero se retiraron ante la falta de luz que impedía una correcta inspección del lugar.

A primera hora de ayer, las patrullas volvieron al lugar y vieron que el repetidor, utilizado por emisoras de radio y televisión, pero también por los cuerpos y fuerzas de seguridad, había sufrido importantes daños como consecuencia de la explosión de un potente artefacto compuesto por entre seis y ocho kilogramos de amonal.

En previsión de que ETA hubiera colocado una bomba-trampa en los alrededores del repetidor, la Ertzaintza mantuvo cortado los accesos durante toda la mañana.

La precaución no era un exceso ya que el 23 de febrero, los terroristas, a diferencia de este atentado, avisaron de la colocación de un artefacto en el mismo lugar. La bomba tenía un dispositivo para que estallara cuando fuera manipulada por los artificieros. Así ocurrió, y dañó el robot que se utiliza para desactivar los explosivos.

La totalidad de los partidos vascos interpretaron la colocación del artefacto como la respuesta de ETA a la detención de su jefe militar, Garikoitz Aspiazu, 'Txeroki'.