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Batida vandálica

Colonos judíos siembran el terror en Hebrón ante el inminente desalojo forzoso de una casa ocupada en 2007

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Es el preludio de una batalla. Decenas de colonos judíos atacaron ayer a las fuerzas de seguridad israelíes en Hebrón después de profanar un cementerio musulmán y escribir en el muro de una mezquita cercana «Mahoma es un cerdo» y «Muerte para los árabes». En su batida vandálica, los radicales destrozaron lápidas, apedrearon ventanas y a varios palestinos e hirieron a un soldado lanzándole aguarrás a la cara cuando iba a detenerlos.

«Que nadie tenga duda, habrá una lucha feroz como nunca se ha visto». La advertencia apocalíptica llegaba del rabino Uzi Sharbaf, oráculo de la comunidad judía en esta ciudad cisjordana y principal afectado por una sentencia judicial que amenaza con incendiar Hebrón de un momento a otro. El pasado domingo, el Tribunal Supremo israelí ordenaba la evacuación en tres días de un bloque de cuatro plantas que Sharbaf y sus familiares, entre otros, ocuparon en 2007 invocando contratos de propiedad que se han demostrado falsos. Desde el miércoles, ya bajo ultimátum de desalojo forzoso, cientos de fanáticos se han acantonado en la casa, soldado puertas y levantado barricadas, con el juramento de «resistir a esta injusticia con nuestras vidas», decía el portavoz, Noam Arnon. Pero el Ministerio de Defensa que dirige Ehud Barak es firme: estarán fuera de allí antes de 30 días.

Demostración de fuerzas

Con una población de 180.000 palestinos, en el corazón mismo de esta ciudad que alberga los mausoleos de Abraham, Isaac, Jacob y sus esposas, viven en un enclave fortificado y protegidos por cientos de soldados unos 650 colonos. La algarada de ayer ha sido interpretada como una demostración de fuerza de los judíos -singularmente violentos y mesiánicos en esta localidad-, ante la que se avecina. El miércoles, más de un millar de ellos se juntó en Hebrón para preparar la batalla en una reunión en la que el rabino Shalom Dov Wolpe repartió cascos entre los jóvenes e instó a los soldados llamados a ejecutar el desalojo a desobedecer, a cambio de 1.000 shekels (unos 200 euros) por noche de arresto.

El fantasma de la evacuación de Gaza, en 2005, obsesiona a los colonos. «Ésta será la prueba más dura desde aquella operación, si fallamos, las repercusiones son imprevisibles», confesaba un alto oficial militar israelí.