DE PRIMER NIVEL. La obra, dirigida por Ernesto Caballero, está protagonizada por José Luis Esteban, Carles Moreu y David Lorente, entre otros. / MIGUEL GÓMEZ
Cultura

Moratín estrena en Cádiz

La prestigiosa Compañía Nacional de Teatro Clásico pondrá por primera vez en escena 'La comedia nueva o El Café' en el marco del Congreso Internacional de Teatro Ilustrado y Modernidad escénica

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La Compañía Nacional de Teatro Clásico estrenará el jueves en Cádiz La Comedia nueva o el café, de Leandro Fernández Moratín, en versión y dirección de Ernesto Caballero. La obra se representará en el marco del Congreso Internacional de Teatro ilustrado y modernidad escénica, organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y el Consorcio para la Conmemoración del Aniversario de la Constitución del 12.

El simposio, que se desarrollará en la Facultad de Filosofía y Letras del 20 al 22 de noviembre, reunirá a una veintena de especialistas bajo la dirección de Jesús Rubio Jiménez y Alberto Romero Ferrer. Entre los asistentes, se encuentran catedráticos, profesores e investigadores de la talla de René Andioc, José Carlos Mainer, María Dolores Albiac, Leonardo Romero Tobar, Emmanuel Larraz o Berta Muñoz; autores teatrales como Fernando Arrabal, Luis Riaza, Jerónimo López Mozo y Carlos Marqueríe; y directores de escena del calibre de Eduardo Vasco, Ernesto Caballero o Manuel Canseco. En el congreso, que alternará las conferencias con las mesas redondas y los coloquios, se abordarán temas como La construcción del canon teatral español moderno, Teatro y educación cívica, o Teatro y Política. La comedia nueva, que se representará el próximo jueves, viernes y sábado, recoge la idea de la necesidad de la reforma teatral a finales del siglo XVIII y principios del XIX, buscando una huida de los excesos teatrales del momento y una depuración formal.

Personajes y metáforas

Sus personajes son, en realidad, metáforas de ese cambio y de la convivencia de corrientes paralelas (modernidad frente a conservadurismo) en la escena dramática de la época. Una vez estrenada (con carácter absoluto) en Cádiz, la obra saldrá de gira durante casi un año por toda España. Cáceres, Madrid, Logroño, Orense, Barakaldo, Lugo y Valencia serán sus próximos destinos. «Nuestro empeño ha sido hacer llegar al espectador de hoy, de forma simultánea, la doble impresión de dos realidades superpuestas: la del teatro en la España de finales del XVIII y la de una compañía de la primera década del siglo XXI que observa con curiosidad, no exenta de fascinación, un rico testimonio de nuestra no tan remota herencia cultural», explica Ernesto Caballero, el director del montaje.

En esa labor, la Compañía ha intentado practicar una doble mirada. Por una parte, busca «aproximarse a los usos y costumbres de un momento de la historia, y la voluntad de comunicar un determinado punto de vista», pero, por otra, han tratado de rehuir «una mirada altiva y condescendiente que incita a realizar actualizaciones desconsideradas, como una actitud reverencial y acrítica».

En definitiva, la propuesta pretende llevar a cabo una crítica radical de una obra emblemática de nuestra literatura dramática desde un lugar privilegiado: la práctica artística. «Y así, este diálogo escénico con el pasado nos lleva inevitablemente a interrogarnos sobre distintos aspectos del ideario ilustrado, movimiento que preconizaba la emancipación social desde unos postulados de progreso que la burguesía emergente demandaba», comenta Ernesto Caballero.

Para Eduardo Vasco, director de la Compañía, incluir a Moratín en su repertorio era una tarea necesaria que se había ido posponiendo durante demasiado tiempo. «Resulta curioso que la obra más apreciada por los profesionales y amantes del XVIII haya tenido una vida escénica tan escasa», argumenta, aunque matiza que «en cierto modo no es tan extraño. No es una pieza al uso; transcurre en un solo espacio y en tan sólo dos horas».

La trama se construye a través de arquetipos de época que, no obstante, han conseguido superar la limitación de sus circunstancias. La acción transcurre en un café de Madrid próximo a un teatro. Allí, varios personajes muy reconocibles para el público de su época, manifiestan sus miserias y sus afanes en una deliciosa estampa que no oculta los ecos de Moliére y Goldoni. Don Pedro, trasunto de Moratín, reclama el teatro como instrucción y deleite.