PEREGRINACIÓN ANDANDO OTRO CAMINO

Por las arenas de noviembre

La Hermandad del Rocío de Jerez culmina hoy, ante la Blanca Paloma, un fin de semana de caminata por Doñana. La convocatoria, cada vez con más peregrinos, alcanza ya su vigésimo cuarta edición Poco tiene que ver, ni por fechas ni por espíritu, esta cita con la Romería de Pentecostés / FOTO: JAVIER FERNÁNDEZ

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Ciento treinta rocieros cruzan el Parque Nacional de Doñana a pie durante este fin de semana. Otros, en alrededor de ochenta vehículos todoterreno, se convierten en tentación para aquellos a los que flaqueen las fuerzas aunque su papel es el de apoyarlos en cuanto necesiten. Cruzan los cuarenta kilómetros de vía pecuaria en la tradicional Peregrinación Andando que, desde hace veinticuatro años, la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Jerez organiza.

La Alameda de Cristina, a las ocho de la mañana de ayer, fue el marco en el que se despidieron de la ciudad. Hora y media después las barcazas de Cristóbal Anillo los llevaba desde la sanluqueña playa de Bajo de Guía hacia la otra banda. Y una oración en Malandar, antes de adentrarse en la espesura del Coto, orientó a los participantes sobre la naturaleza de esta incursión en Doñana. El Parque los acogió ofreciéndoles el verdor del otoño, que transforma bastante el paisaje con respecto a la Romería de Pentecostés.

Avituallamientos

El Rincón del Peregrino, más allá de Marismillas, los vio rezar el Ángelus. Cancelín fue lugar para el almuerzo. Palacio les dio pernocta. Este año, además, otros lugares han cobrado reparador protagonismo convirtiéndose en marco para el avituallamiento organizado por la Hermandad. Fruta, dulces y zumos les fueron entregados en Marismillas y los cerros del Trigo y de los Ánsares. La gentileza de la corporación romera fue más allá: caldito y revueltos antes de dormir, tras un tempranero rosario.

A las dos de la tarde estarán ya en puertas de la Aldea. La misa en La Canaliega será la antesala del encuentro con la Virgen. Poco más les quedará por delante tras ello. Una convivencia en la casa de hermandad se verá sucedida por quienes, con los pies llenos de ampollas pero con el ánimo exultante, partirán hacia Jerez sobre las cinco de la tarde.