UNIDOS. El catamarán ha sido el último medio de unión entre la capital y el resto de la Bahía. / FRANCIS JIMÉNEZ
CÁDIZ

Cádiz y la Bahía, 18 años juntos

Cuatro ciudadanos analizan el concepto de área metropolitana, justo cuando la Mancomunidad y los sueños que trató de materializar, alcanzan la mayoría de edad

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Los habitantes de la Bahía de Cádiz que ahora tienen más de 30 años y menos de 50 crecieron entre titulares de prensa y palabras emitidas por la televisión o la radio que les hablaban de un área metropolitana repartida entre varias ciudades de protagonismo similar, que sumaría medio millón de habitantes y tendría de todo, quizás hasta empleo. Con ese objetivo nació la Mancomunidad de la Bahía, confirmación administrativa y formal de una idea. Ahora cumple 18 años. Alcanza la figurada mayoría de edad y, como le sucede a los seres humanos, ya nadie le hace tanto caso como cuando tenía 5, 8 ó 12 añitos. Con Cádiz como capital histórica y administrativa, los vecinos tienen ya experiencia en una trayectoria común que es momento de analizar en fecha tan simbólica.

En la década de los 90, la que alumbró en su primer año esta nueva agrupación administrativa, el discurso de una Bahía reconvertida en inquebrantable unidad de destino, en realidad colectiva infranqueable, era omnipresente. Hace justamente 18 años, cuando el segundo puente y los medios de transporte que articularían el territorio, con Cádiz en el centro teórico, eran una quimera casi tan lejana como las películas de ciencia-ficción, todos aceptaban ese futuro. O la Bahía se convertía en una sola ciudad o no habría futuro para ninguna de sus piezas aisladas por la realidad y por el mar.

Incluso, se extendió la creencia de que los políticos iban por detrás, que su flamante Mancomunidad caminaba más lenta que unos ciudadanos que se acostumbraban, con tanta rapidez como naturalidad, a dormir en San Fernando, trabajar en Puerto Real, tapear en El Puerto, hacer un trámite en Cádiz y cenar en Chiclana. «Hace tiempo que pasa eso, pero nuestros dirigentes aún no se han enterado», decía una frase convertida en tópico que se instaló en los medios de comunicación y en las tertulias ciudadanas.

18 años después, cuando esos anhelos parecen más cercanos, el discurso ha desaparecido. Ya nadie habla de Bahía, justo cuando el segundo puente al fin es visible. Las garras que le sujetarán al fondo de la Bahía ya dejan ver los tendones que sostendrán la calzada de ida y vuelta. De Cádiz al resto, del resto a Cádiz.

El catamarán, con su modesto y silencioso crecimiento, con su aplastante lógica que tanto ha tardado en llegar, se ha convertido en una realidad diaria para miles de vecinos de los dos lados del agua. Uno de los últimos recuentos oficiales del Consorcio de Transportes de la Junta de Andalucía cifraba en «800.000 los usuarios de este servicio entre su inauguración, en junio de 2006 y junio de este año». 400.000 viajeros al año en un territorio que, prácticamente, tiene esos habitantes en total. Con toda la mentira que contienen las estadísticas, puede deducirse que cada habitante de la Bahía de Cádiz ha utilizado el catamarán una vez en estos dos años de servicio. El tranvía o el desdoble de la vía férrea, junto con los cercanías, contribuirán a que movimientos diarios u ocasionales ganen más puntos en rapidez, comodidad e incluso en respeto al medio ambiente.

Unos pocos servicios se han agrupado. El Cementerio Mancomunado es el más visible, pero la actividad sigue ya sin los focos públicos encima. A la intensa cooperación en materia de transportes se añaden trabajos discretos. El pasado verano, por ejemplo, se puso en marcha un plan para coordinar todas las policías locales. Faltan muchos servicios por coordinar y mucho camino por recorrer, pero es buen momento para hacer un balance sencillo, desde la base, desde la calle.

La Bahía de Cádiz parece más realidad que antes, pero se nombra menos que nunca. Hace 18 años sólo estaba en el pensamiento y nadie se la quitaba de la boca. Ahora, que algunas de sus realidades están ante los ojos aunque sea en forma de obras, casi nadie la menciona a través de los altavoces de la opinión pública.

Hace 18 años, las reuniones de la Mancomunidad de Municipios de la Bahía de Cádiz merecían páginas y páginas, minutos y minutos. Las trifulcas de Barroso con Carlos Díaz o de Jiménez Barrios con los concejales portuenses eran objeto de comentarios reales, en la calle. Pedro Pacheco intervenía desde lontananza, casi nunca para poner paz.

Eran tiempos pioneros, de dudas y polémicas que, al menos, transmitían la sensación de que la idea de Bahía tenía vida y fuerza. Pero los medios de comunicación, como decían de los políticos, nunca saben si están exactamente al tanto de la realidad. Aunque ahora dediquen menos atención al concepto de Bahía, los ciudadanos pueden ir por otro camino. En vez de recurrir al previsible, interesado y técnico discurso político, que sean los ciudadanos los que hagan balance de la mayoría de edad de la idea. Que sean vecinos de San Fernando, El Puerto, Chiclana o Puerto Real los que opinen.

Son personas nacidas y residentes del municipio desde el que hablan, desde el que ven la Bahía. La opinión de los gaditanos sería igual de válida, pero la de portuenses o isleños sirve para conocer el estado de ánimo de otras esquinas de la misma casa, todas igual de importantes para que la estructura siga en pie.

Hablan vecinos de los cuatro municipios fundadores (Jerez y Rota se sumaron en 1997). Analizan cómo ven Cádiz desde su ciudad. Es una forma de verse en el espejo a través de la ciudad que le da nombre al conjunto.

CHICLANA

Margarita Mota Jiménez

Es de esas amas de casa que tiene mil inquietudes personales y sociales, participa activamente en su asociación de vecinos y es secretaria de la Federación Ciudad de Chiclana. Además, pertenece a la plataforma Mujeres de Palabra, toda una garantía para escuchar su opinión. Es de las que cree que la Bahía está más unida». Con casi 30 kilómetros de perspectiva, esta chiclanera también cree que «la capital de la provincia ha mejorado mucho en poco tiempo, tanto para los visitantes como para los propios vecinos, la oferta cultural es ahora mas variada». Quizás por su condición de activista social, tiende al inconformismo: «También perduran graves problemas como el acceso a los aparcamientos, el precio de los alquileres -lo sé porque he tenido la experiencia de una hija estudiando allí- o los horarios y precios de los autobuses urbanos».

Cuando elige lo mejor del epicentro histórico de la Bahía, se queda con «el trato de la gente; también me apasiona su historia, sus monumentos». Puestos a sacar defectos, se queda con «los atascos, en la avenida y en el centro, que siempre está en obras, y no hablemos ya de buscar aparcamiento».

Aunque ahora visita Cádiz «esporádicamente», defiende que es necesario mejorar los accesos. «Si mejoraran habría mas unión, pero la idea de una ciudad única no es sólo cosa de las comunicaciones, aún la veo un poco lejana». Sobre Chiclana, cree que aporta «mucho ocio y mucho suelo; hay muchas personas de fuera de Chiclana que tienen propiedades aquí, tipo apartamentos, chalets, pisos mas baratos que en otras ciudades». El papel de capital de Cádiz «crea mucha polémica» pero Margarita toma partido: «Yo siempre he considerado y consideraré a Cádiz como capital, porque para mí cuenta más su historia que las infraestructuras o el tamaño físico».

Para su zona de la Bahía, para su Chiclana, tiene claras las prioridades inmediatas: «Que se materialicen proyectos como el tranvía, el centro comercial y, sobre todo, un hospital, que ya nos hace falta. También hay que mejorar las líneas de autobuses para estudiantes con una línea directa a Jerez».

EL PUERTO

Rocío Gil García

Cursa Magisterio y se gana unos ingresos como teleoperadora mientras culmina su trayectoria académica. Tiene 26 años, sólo ocho años más de vida que la Mancomunidad, pero su experiencia como nativa y vecina de El Puerto, sus idas y venidas de joven y estudiante le permiten tener una experiencia propia. «La Bahía está más unida que antes, por supuesto, sobre todo, por un nuevo medio de transporte como el catamarán que es lo mejor que han podido instalar en El Puerto, sin menospreciar a mi vaporcito, que es una de las maravillas que tiene mi ciudad».

Pese a que siempre ha vivido en El Puerto, siente un gran vínculo sentimental con Cádiz: «Es un ejemplo a seguir por las demás ciudades de la Bahía, un ideal de progreso en estos años, aunque en los últimos es la ciudad con mayor tasa de desempleo y muchos jóvenes se tienen que labrar su futuro fuera, incluso, de Andalucía».

«Lo que más me gusta es pasear por su casco antiguo, lo que menos es ir en bus o estar dos horas para aparcar; quizás también que algunas calles están un poco sucias», explica. Los rituales que la vinculan de forma cotidiana con la capital de la provincia son diversos: «Voy todos los martes a un centro de estudios y también llevo ya varios años asistiendo a los cuatro partidos del Trofeo Carranza».

Quizás por juventud, o por el entusiasmo que transmite, se muestra convencida de la idea de Bahía como ciudad única: «Creo que esa idea está mas cercana de lo que pensamos». Aun así, admite que quedan resquemores hacia la ciudad de Cádiz desde otros puntos de la Bahía: «Hay gente que la rechaza por completo y opina que sólo saben cantar y ser artistas, pero en general creo que los portuenses queremos mucho a Cádiz. Aunque tenga poca extensión física, siempre, y pese a quien pese, será la capital».

Respecto al papel de El Puerto en el conjunto, también es positiva: «El nuevo PGOU parece que va a mejorar las cosas, están construyendo otro polígono para que las empresas se instalen y den más puestos de trabajo, aunque con lo de la crisis... no sé, pero creo que vamos bien».

PUERTO REAL

Carlos Hermida Nodal

A sus 41 años es el prototipo de ciudadano de la Bahía. Nació en Puerto Real, donde siempre ha residido, pero trabaja en San Fernando y disfruta visitando Cádiz. Mecánico en Navantia, gran aficionado a la fotografía y al deporte, también es de los que se complica la vida con el asociacionismo y el compromiso con la comunidad.

Como el resto de convecinos de la Bahía, 18 después de la partida de nacimiento, se muestra positivo: «Creo que estamos más unidos, recuerdo que cuando yo era pequeño el simple hecho de ir a Cadiz era complicado porque apenas había dos lentos medios de transporte; tren y bus. Hoy en día, la facilidad para trasladarse nos hacer estar más unidos». En cambio, es de los que percibe cierto abandono político de la idea: «Parece que los partidos han renunciado a la unión de la Bahía. No sé por qué, pero parece que les interesan otras cosas antes que el fomento de esa unión».

Cuando selecciona los recuerdos que le vinculan con otras zonas de la Bahía, se queda con algo personal, irrepetible y único, «el nacimiento de mis dos hijos, uno en la capital y la otra en Puerto Real».

Se da por enterado de «rencillas con la capital, quizás por culpa del deporte, pero creo que se quedan en nada. Mi sentimiento hacia Cádiz, y el de casi toda la gente que conozco en general, es de mucho cariño. Yo sí la reconozco como capital. Simplemente por cultura e historia». Para Carlos Hermida, Puerto Real «es el punto de unión de varias localidades y siempre aportó recursos laborales para la Bahía (AESA, General Motors, Aeronáutica, campus...), pero en los últimos años hay una degeneración imperdonable».

Para recuperar la esperanza en el progreso económico de la zona admite algunos cambios, pero alerta del deterioro ambiental: «Algunos planes pueden ser necesarios como ocurre con el polígono de Las Aletas pero... ¿qué va a pasar con nuestro entorno natural? También pasa con los campos eólicos».

SAN FERNANDO

José María Rodríguez Picón

Es un empresario ya veterano y la situación económica le convierte en testigo de excepción para analizar la mayoría de edad formal de la Bahía de Cádiz. Quizás porque se enfrenta a diario a otro tipo de situaciones, es algo más crítico, menos complaciente en su repaso, pero aun así, admite progresos: «La Bahía está más unida. Cada vez somos más gaditanos, así que ese sentimiento va calando y se mira Cádiz desde otra perspectiva».

También admite que el discurso político ha bajado mucho en intensidad: «Es cierto que últimamente se les oye poco hablar de la Bahía como ente y se centran cada vez más en su propia ciudad. Influye mucho que en cada municipio haya un color político distinto. Cada uno va a lo suyo y a lo de su partido».

Contra lo que puedan opinar muchos gaditanos, la opinión que tiene de la capital desde más allá de Torregorda es también de progreso y mejoría: «Cádiz da buen aspecto, con eventos culturales y el uso que se hace de la playa tanto de día como de noche también favorece a que todos tengamos una buena impresión general». A la hora de la crítica, coincide con sus convecinos de comarca: «Las dificultades de aparcamiento, sobre todo, en verano». Como novedoso punto de vista, discrepa de que las nuevas grandes obras beneficien a la Bahía en conjunto, cree que sólo ganará la capital: «Considero que el catamarán, el tranvía o el segundo puente son ideas originadas en la ciudad de Cádiz que sirven para atraer gente a su ciudad más que para unir a la Bahía».

Con todo, hay un vínculo de ascendente sentimental que la capital tiene en el resto de la Bahía: «Quizás hace unos años sí había un cierto rechazo hacia Cadiz pero en la actualidad noto más cariño y acercamiento. Yo la reconozco como capital... de la Bahía y de la provincia».

A la hora de analizar el papel de La Isla de León en el conjunto geográfico se queda con lo que «aporta a la cultura de toda la zona. Es una ciudad que ha dicho mucho en la Historia de España, pero no ha sido tratada como debía».