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La octava

VUELTA DE HOJA No me refiero al espacio de ocho días durante los cuales celebra la Iglesia una fiesta solemne, sino al espacio en el que nos ha situado el ranking de los países. Aunque podamos muy poco, somos la octava potencia mundial y aunque no podamos decírselo a los españoles, por ahí fuera podemos decir que España ocupa el octavo lugar entre las naciones. Ése ha sido el argumento más válido para que nuestro presidente Zapatero logre su mendigado objetivo de asistir, con voz y voto, a la cumbre financiera mundial que se celebrará en Washington. El acomodador ha sido el presidente francés Sarkozy, que ha cedido una de las dos sillas que tenía. ¿Gracias, Nico!

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Quizá sea hora de dejarse de cuentos y de sueños. Hemos entrado en el cónclave a empellones y probablemente pintaremos lo que perros en misa, con perdón del perrito de San Roque, que tenía todo el derecho. Es muy difícil en estos momentos sostener que somos la octava potencia mundial, por débiles que se encuentren las que nos siguen en la clasificación. Nuestro boquete es más grande que el agujero del que, según Obama, no le será fácil emerger a los Estados Unidos. No se ve nada claro y, para acabar de arreglarlo, nos quieren subir el recibo de la luz un 31%.

Las crisis económicas sólo se superan arrimando el hombro, pero ahora no hay sitio donde empujar. Falta el trabajo y más que va a escasear de aquí en adelante, porque el único que estaba garantizado era el excavar las fosas para acabar de esclarecer nuestra turbia memoria histórica. El juez Garzón era nuestro último gran creador de empleo y la Sala de Penal, muy discutiblemente, le ha retirado los picos y las palas. Crecerán los desocupados potenciales en la octava potencia mundial.