PELIGRO. El presidente vecinal, Juan Ojeda, señala una viga a punto de desprenderse. / CRISTÓBAL
Jerez

El barrio «marginado» de Picadueña Baja

Mientras los mayores amenazan con movilizarse, la barriada acumula deficiencias que siguen sin respuesta

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Es uno de los barrios con más solera de la Zona Sur. Picadueña Baja aún conserva el sabor de lo antiguo, pero sus calles no perdonan el paso del tiempo y los residentes han comenzado a impacientarse ante lo que consideran un abandono total por parte de las autoridades municipales hacia su barriada. Descampados llenos de escombros y basura, losetas levantadas y una infinidad de promesas incumplidas son la carta de presentación de una asociación vecinal, el Pozo de la Víbora, que está cansada de luchar contra corriente.

Una de sus últimas batallas la abanderan los más mayores, que adolecen de un centro adaptado a sus necesidades desde hace años, a pesar de que en febrero se supone que iban a comenzar las reformas del ya existente. «La alcaldesa nos dijo que iban a empezar las reformas en febrero, -asegura Juan Ojeda, presidente del colectivo de vecinos- pero seguimos sin centro de mayores. Estamos luchando por ello desde el día de la firma del preconvenio, hace justo dos años. Pero no sabemos nada, y encima nos secuestraron una pancarta de protesta que pusimos. Los mayores no paran de aparecer por la asociación preguntándonos qué pasa, se sienten engañados».

El caso es que Ojeda ya no se ve con fuerzas para frenar a los estos vecinos, que amenazan con plantarse a la puerta del Ayuntamiento «para formar jaleo». No obstante, el presidente prefiere agotar el último cartucho y trasladar nuevamente el problema a la alcaldesa, con la esperanza de que en esta ocasión sí responda a sus peticiones. «Nosotros somos un barrio marginado por el Ayuntamiento, nos sentimos engañados por todos lados y muy molestos con la Administración, además de impotentes».

Esta afirmación la sustenta no sólo en el problema del centro de mayores, sino también en muchos otros que han permanecido enquistados en Picadueña Baja. Así, Ojeda afirma que después de quince años el Consistorio ha retirado del polideportivo de la zona a dos vigilantes de seguridad que controlaban el recinto, por lo que ahora los vecinos temen que las instalaciones se conviertan en pasto de los vándalos.

Temor al vandalismo

Desde la asociación aseguran desconocer el motivo de tal decisión, que podría provocar el que «cualquier día, nos encontremos el polideportivo destrozado». Con la salida de estas dos personas, los jóvenes del barrio tampoco pueden acceder con la misma facilidad al recinto, por lo que «cada media hora se presentan en mi casa para que les dé la llave», se lamenta el representante vecinal. Las calles de Picadueña Baja tampoco escapan de esta situación de dejadez generalizada. Según Ojeda, en una zona elevada de la prolongación de la calle Ayala se encuentra un talud de tierra que cuando llueve inunda la vía pública de un enorme barrizal, lo que además de la lógica incomodidad y suciedad que supone, dificulta el tráfico de vehículos.

A ello se une la permanencia de una viga de unas dos toneladas, que «si se cae y coge a cualquiera lo mata». El presidente subraya que delegados de varias áreas municipales se han pasado por el lugar en cuestión a lo largo de dos años, sin que tampoco hayan ofrecido soluciones a ese «peligro inminente».

Otro frente aún abierto es del descampado del final de la cuesta de Las Piedras. Una parcela de título municipal donde la hierba crece a sus anchas y donde cada verano se originan incendios que también conllevan un peligro para las viviendas de las proximidades. Unas de las carencias fundamentales de la barriada es la de los aparcamientos, por lo que el colectivo propone que ese solar sea limpiado y habilitado como bolsa de estacionamientos.

«Estamos hartos de decirle a Medio Ambiente que nos poden los árboles y limpien todo esto, que con las lluvias se pone hasta arriba de tierra. Lo único que hacen es baldear, y los escombros hay que limpiarlos ya». Precisamente mañana está previsto que la alcaldesa visite la barriada, un encuentro esperado por los vecinos como agua de mayo, del que confían recoger unos frutos que permitan solucionar los problemas que denuncian.

admontalvo@lavozdigital.es