Cartas

El trepa

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Si el chivato es una criatura despreciable y el pelota un pobre, triste y taciturno ser humano, el trepa es con diferencia peor persona que el chivato y el pelota juntos. A un buen trepa que se precie no le importará transmutarse en un chivato o en un pelota cada vez que sus calculados y bien tramados proyectos lo requiera. No siente remordimientos por haber hablado peste de sus compañeros ni por haber procurado y propiciado algún que otro percance o pequeño accidente para que su adversario llegue tarde, por ejemplo, a la importante reunión el día D. Al trepa tampoco se le revolverán las tripas por babear y agasajar a sus inmediatos superiores hasta conseguir ser uno de los suyos. Lo que más le preocupa es que no se le caiga su falsa sonrisa ni su aspecto de persona amable y educada. Todos sus sentidos están puestos en esa obsesiva, blanda, pegajosa y vertiginosa escalera del poder por la que, probablemente, un día se precipitará.

Generalmente, el trepa es un mal estudiante. Él aprovechará cualquier ocasión para arrojarle a la cara a su prójimo/adversario su más que dudoso título al que, curiosamente, siempre le falta una asignatura por aprobar. Aparentará siempre y en todo momento que domina las nuevas tecnologías, conoce el planeta Marte como si viviera allí, aunque desconoce y desprecia a los que socialmente están debajo de él, porque también hay quien puede añadir a su arsenal personal un generoso escote, una minifalda, unas medias negras o unos tacones de agujas para trepar, trepar y trepar.

Es un mediocre que ni se acepta ni reconoce sus limitaciones. Casi siempre aparece en el escenario a través de una asociación de Apas, dispuesto a solucionar cuantas deficiencias educativas encuentre a su paso, a través de una asociación cultural sin ánimo de lucro.

El trepa aprovechará cualquier oportunidad para proclamarse como el gran solucionador de entuertos y casos difíciles, porque para los imposibles no dudará en echar mano de Santa Rita. Es una mezcla de narcisista y esquizofrénico con un buen chorreón de manías persecutorias. Cree que todo el mundo está siempre hablando de él o ella y por tal motivo cree que puede interrumpir cualquier conversación ajena y reconducirla para que si no hablaban de él o ella, lo hagan a partir de ese instante. La política es una magnífica granja para la cría y engorde de estos seres, mas si usted deliberada o accidentalmente se interpone en su camino puede ser arrollado y sufrir heridas de diversa consideración.

Francisco Rodríguez Apolo. Cádiz.