calle porvera

Pereza prenavideña

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Una sensación de vértigo y de hastío empieza estos días a inundarme. La llegada del frío y la lluvia -que ya era hora, por otra parte- me ha hecho más consciente aún de lo inevitable: ¿Se han dado cuenta de que faltan menos de dos meses para Navidad? A pesar de que llevo unas semanas comiendo polvorones y de que los de Iluminación Ximénez ya se han dejado ver por el centro, no me lo terminaba de creer.

No es que no me guste la Navidad, que me encanta, pero es que la parte negativa de estas celebraciones se me hace cada año más cuesta arriba. Tiemblo al imaginarme una tarde de sábado prenavideño en Área Sur o el atestado aparcamiento de Hipercor con los villancicos de fondo y los pitidos de los vigilantes en primer plano mientras dirigen a docenas de vehículos hacia las plantas superiores. La gente parece más estresada pensando en qué cocinarán para Fin de Año, qué le reglarán a la tía a la que conocen tan poco o qué leches es eso del IPhone 3G que ha pedido el niño para Reyes. Lo que siempre me tienta en esta época es meter la cabeza debajo de la almohada y no salir hasta el 7 de enero.

Para más inri, este año nos darán la tabarra incansablemente con la crisis: que si se gastará menos, que si se pedirán más créditos para poder comprar regalos, que si tal establecimiento tiene el remedio para solucionar el menú de Nochebuena a buen precio... Se resguardece una en casa de todo este maremágnum y la tele no hace más que emitir películas de Papá Noel y los anuncios están llenos de colores dorados y de niños melosos abrazados a sus juguetes... ¡Ayyy! La suerte es que llegan los días señalados y los ojos de los que te quieren te hacen olvidar las colas y los quebraderos de cabeza.

vmontero@lavozdigital.es