REFLEXIONES

¡Menudo Timo!

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Hacía tiempo que el mundo del motor no vivía un episodio tan emocionante como el que pudimos presenciar el pasado domingo en el desenlace del Mundial de 2008. Duelos como el de Carlos Sainz con Collin McRae, o los mano a manos entre Doohan y Crivillé. Esta vez la movida se produjo sobre un monoplaza de Fórmula Uno. Hamilton y Massa se disputaban el título. El británico lo tenía en su mano al principio, lo saboreo durante toda la carrera, estuvo a punto de perderlo en las dos últimas vueltas y lo recuperó a dos curvas del final. Tan apretada fue la cosa que la familia del piloto brasileño -eterno segundón a la sombra de Schumacher y Raikkonen- celebró durante unos segundos el título que nunca consiguió Felipe.

¿Menudo timo! debieron pensar éstos cuando vieron en la pantalla que la realización le daba al niño mimado de Ron Dennis la quinta posición al final de la carrera cuando todos pensaban que había quedado sexto. ¿Qué ha pasado? Esa fue la pregunta generalizada en el paddock y entre los millones de televidentes que observábamos de nuevo una carrera de Fórmula Uno con algo de interés.

Pues eso. Un Timo, Glock, que perdió repentinamente adherencia en sus neumáticos de seco y dejó el camino libre al Obama de las cuatro ruedas para que le diera en los morros a un Fernando Alonso que perdió el título que más le importaba: el de campeón del Mundo más joven de la historia.

Sospechosamente el piloto alemán fue el primero -por no decir el único- que se acercó a felicitar a Hamilton. Tan sospechoso como que Vettel, piloto de Toro Rosso -filial de Ferrari- apretara hasta la extenuación al final para robarle puntos al a la postre campeón. Ya se sabe, hay que tener amigos hasta en el infierno. A ver si Alonso toma buena nota, aprieta las tuercas de su monoplaza, se pone el cinturón y el año que viene no se limita a ganar las carreras de la basura. Ya no valdrán las excusas de Renault.