PAN Y CIRCO

La crisis no va con ellos

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os futbolistas de élite -esos seres que el hombre ha creado y ubicado lo más lejos posible de su vulgar existencia- son los grandes privilegiados en estos tiempos en los que la soga aprieta aunque sea incapaz de ahogar nuestras miserias y fantasías. A estos tatuados e impolutos millonarios no les afecta esta brutal recesión económica que ha recuperado la siniestra imagen de las colas del paro. El ajuste de presupuesto que azota a esos aficionados que tanto avivaron la llama de los desembolsos astronómicos no va con esta especie muy superior en talonario, pero carente de cerebro. Cristiano Ronaldo -que gana al mes una cifra que exige una profunda reflexión del sistema antes de que éste reviente- es el perfecto icono de un mundo en el que cohabitan el idolatrado portugués y miles de personas que a diario mueren de hambre. Mientras las ventas de automóviles bajan al mismo ritmo que se destruye empleo en las cadenas de producción, las grandes marcas se permiten la desfachatez de convocar a los clubes más pudientes y regalarle a cada futbolista un coche así por el morro. Los problemas de jugadores y aficionados riman en diabólica burla. Unos se ven en la necesidad de ampliar su garaje para ubicar otro deportivo de lujo y los más las pasan canutas porque no les alcanza ni para llenar el depósito. Resulta curioso que en los informativos nos machaquen con tanto desplome económico y sus consecuencias hasta que llegados al deporte se abra un paréntesis para que el locutor nos narre las correrías de estos coleccionistas compulsivos de tarjetas visa oro. Al fin y al cabo, cuanto peor nos va a casi todos, más idolatramos este circo y a sus mediáticas estrellas que -aisladas del mundanal ruido en sus lujosas mansiones- siguen sin ofrecernos un solo motivo para pensar que debajo de tanta inmoralidad haya un gramo de decencia en un siglo que apunta a ser bastante peor que los 20 anteriores.

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