ARZOBISPO CASTRENSE. El prelado, en un momento de la pontifical de coronación de ayer. / JAVIER FERNÁNDEZ
Jerez

«Que sepan aprovechar este tirón para crecer en unidad y caridad»

Se dice que lo ocurrido ayer en la Catedral, junto al signo evidente de tal exaltación mariana, también pareciera una nueva ocasión de los fieles asidonenses para ir despidiendo a su pastor, cuyo sucesor pudiera estar más cerca de lo esperado. En cualquier caso, la solemne pontifical de la coronación proporcionó una nueva ocasión para escucharle. Y su homilía, sin papeles, tuvo la impronta popular que el acontecimiento merecía.

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-¿Qué mensaje tenía más interés que calara más especialmente?

-Que la verdadera devoción a la Virgen se demuestra en llevar una vida anclada en Dios y en el servicio a los más pobres. ¿La caridad es la corona más hermosa que podemos ofrecer a la Madre del Señor!

-No faltan quienes, en los tiempos que vivimos, no entienden ni entenderán nunca, este tipo de gestos. Pese a ello, ¿cómo les explicaría usted el valor de una coronación canónica?

-Hay que aceptar que los gestos y símbolos humanos siempre están sujetos a muchas lecturas y que en gran medida depende de la limpieza de corazón del que enjuicia. En el Evangelio encontramos un ejemplo de ello con ocasión de la unción de Jesús en Betania (Mt 26,6-13). Allí son los mismos apóstoles los que se escandalizan de aquel derroche de perfume habiendo tantos pobres que ayudar. Sin embargo, el Maestro les contesta haciendo una lectura mucho más profunda de la realidad humana que necesita de salvación. La coronación canónica es un acto visible de una realidad invisible, como es el amor de tantos jerezanos y jerezanas que profesan a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señor del Valle. Sólo cuando se ama se comprende el valor de los signos para la persona amada.

-El viernes visitó el Módulo de Acción Social de San Rafael. Lo que, según el decreto de la coronación, había de ser el arreglo de los salones parroquiales se ha convertido en bastante más. Aunque con otras ayudas. ¿Qué le pareció el resultado de estas obras?

-En el decreto de coronación expusimos que antes del acto litúrgico había que realizar una acción de comunión eclesial y social con los más necesitados, no como tranquilizante de conciencia sino como expresión samaritana de la fe cristiana. Para ello, se escogió una parroquia significativa como es la de San Rafael. Eso se ha cumplido por parte de la Hermandad del Valle y hay que felicitarla. Han sido unos meses duros: recabando fondos, trabajando los propios hermanos y aportando económicamente. A estas obras se ha unido el mismo obispado, Caritas diocesana y donaciones particulares. Lo cual demuestra que una coronación litúrgica de una imagen tiene una dimensión social y caritativa que nunca se debe de olvidar.

-Algunos creen que un añadido social emparentado a estos fastos es más justificación ante los hombres que ante Dios. ¿Y usted, qué piensa al respecto?

-En gran medida ya está contestada esta cuestión. Lo único que añadiría que no es bueno convertirse en jueces de los demás. Detrás de algunos juicios acerca de las hermandades y de sus manifestaciones de piedad hay mucho de desconocimiento de esa realidad y bastante intencionalidad ideológica secularista.

-¿Está satisfecho de cómo se han hecho los preparativos de la coronación (actos previos, traslados, cultos...?

-Todo puede ser mejorable, pero lo que he podido seguir desde Madrid, más toda la información que me llegaba por diversos conductos, creo este acontecimiento de la coronación canónica de Nuestra Señora del Valle ha contado con un alto 'calor popular'. Lo ideal sería que toda esa masa de gente que ha estado en la calle frecuentara más los templos, participando en la vida de su Hermandad y conociendo el verdadero rostro de Iglesia. Lo importante es que los cofrades del Valle sepan aprovechar el tirón de la coronación para crecer en unidad y caridad.

-¿Tiene usted algún reproche para con la junta del Cristo por cómo se ha desenvuelto en medio de este hito histórico? ¿Se ha olvidado ya de lo que usted mismo vivió en la Tornería el pasado Viernes Santo?

-Un obispo es un padre y hermano entre los hermanos, además en los años que he estado entre vosotros cuando he tenido que decir algo, lo he dicho abiertamente y con la máxima delicadeza. A la Hermandad del Cristo, como a otras, cuando he tenido que aconsejar o amonestar lo he hecho por el bien de los hermanos y de la Iglesia. Acerca de los acontecimientos que tú mencionas ya lo hemos tratado en privado y en público. Aquello no era procedente ni en el día, ni en la formas, ni a quién iba dirigida. Seamos prudentes en las manifestaciones cofrades, porque puede haber expresiones artístico-religiosas que en una sociedad secularizada como la actual, se puede volver contra nosotros y ser ocasión para el sarcasmo o el escándalo.

-Por cierto, ¿cree usted que el problema horario del Viernes Santo se soluciona con la pretensión de que el Santo Entierro abra esa jornada procesional en Carrera Oficial?

-Cuando hay buena voluntad y deseo de superar los problemas, las soluciones salen. La Semana Santa Jerezana es armónica, religiosa, popular y abarcable, en cada uno de sus días. Éstas son las cuatro grandes coordenadas que han de configurar siempre la Carrera Oficial. Por eso mismo, todos nos sentimos protagonistas de esos días.

-Sé que alguna cofradía tiene usted entre las entidades que pastorea ya desde su Arzobispado pero, da la impresión, resulta una presencia inapreciable para lo que supone bregar aquí con las casi cuarenta de la ciudad y las otras muchas en toda la Diócesis. Dígame la verdad, ¿es un alivio para usted?

-No es ajeno el tema asociativo religioso en la familia castrense, aunque se vive de muy distinta manera que ahí en Jerez. Las celebraciones de los patronos y patronas de los distintos cuerpos militares tienen mucha importancia y están muy arraigadas. Además, también estas asociaciones realizan sus acciones culturales y sociales propias de cualquier grupo cristiano perteneciente a la Iglesia Católica.

-Déjenos una recomendación que considere clave para afrontar tiempos que parecen poco proclives a expresiones como las cofrades.

-Que las hermandades celebren el culto cristiano "en espíritu y en verdad". Que sean tremendamente apostólicas y samaritanas. Que se sientan siempre hijas de la Iglesia Católica.