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Bendito egoísmo

No seré yo quien dude del metódico trabajo de Juan Solla y de sus buenos resultados. ¿Faltaría más! Pero donde sí me van a permitir dudar un poquito es de la palabra de los futbolistas. Razones han dado para ello y dentro de este mismo vestuario amarillo.

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No hay que irse muy lejos para acordarse de Benjamín, aquel jugador que de buenas a primeras sufrió loperitis en cuanto vio a su Betis metido en el mismo ajo del descenso a Segunda en el que también estaba el Cádiz. Pero no van por ahí los tiros.

Dejando a un lado las lesiones irremediables, permítanme la licencia de ser mal pensado. Me explico. Este Cádiz suma ocho victorias de nueve posibles. Los de Gracia están enrachados y, para colmo, no hay lesiones musculares. Todos los jugadores están como locos por entrar en un once que va sobre ruedas. Algo que no pasaba el año pasado, donde afloraban las lesiones musculares casi por semana dentro de un equipo que vagaba hacia Segunda B. ¿Qué lectura puede hacerse? Bien sencilla. Que cuando las cosas no van bien en lo deportivo, muchos jugadores optan por borrarse para perderse marronazos de partido alegando algún que otro dolor muscular. Menos graves serían esas mismas molestias si sobre el tapete hubiera un ascenso con el que pasar a la historia del club. Quizás, muchos profesionales del balón se lleven las manos a la cabeza al leer esto pero si se pregunta a ex jugadores no tardarían en admitir el egoísmo de un gremio en el que se esconden ciertas lesiones con tal de no perderse partidos importantes por un compañero en mejor estado.

Y es que no hay mejor medicina que las victorias para que la enfermería esté vacía.