Jerez

Jugón para toda la vida

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ALLE PORVERA Tendrás cincuenta años y todavía estarás con el jueguecito! Pues sí, mi madre no se equivocaba. Aún me quedan varias décadas para entrar en el club de los cincuentones, pero no tengo ninguna duda de que pasado el medio siglo continuaré haciendo lo que comúnmente se denomina partirse los dedos. El mundo de las aficiones es amplio, y hoy en día puede ser tan estúpido o tan enriquecedor, pasar horas con el mando entre las manos, que hacerlo delante de una pantalla de cine o con un libro. Es cierto que cuando los videojuegos fueron paridos, su simpleza los hacía especialmente adictivos. Ahora, la evolución de las consolas y del mundo que las rodea ha multiplicado sus posibilidades. Muestra del potencial consolero -y no me canso de repetirlo- se percibe al echarle un vistazo al número de euros que mueve la música, el cine o cualquier otro tipo de industria focalizada hacia el ocio. En la comparación siempre ganan los juegos. Habrá quien piense que el vicio me hace perder la objetividad, y que mi imagen se puede ver relegada a la de ese solitario individuo que no ve más allá de su PS3. Pero ese pensamiento estará muy ligado al desconocimiento. Obviamente, no puedo comparar un diccionario con un juego de plataformas ambientado en la II Guerra Mundial, pero es que estamos midiendo cosas diferentes. Sería como comparar la velocidad con el tocino o un documental con un partido de fútbol. Otras generaciones se lo han perdido, igual que yo no tendré acceso o rechazaré futuros instrumentos de ocio, pero a éste habrá que sacarle todo su partido. La cuestión es que si con cincuenta años puedo leer una novela, ver dibujos animados, disfrutar de un partido de fútbol o consultar el diccionario, también podré continuar partiéndome los dedos.