PARODIA. Los actores de EFS pasan el ataúd sobre un coche. / F. J.
Cultura

Terapia móvil para los supersticiosos

El grupo ilerdense EFS pasea un ataúd por Loreto ante asombrados peatones en una irreverente marcha fúnebre

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Es el mayor miedo de todos. Alcanzará a cada uno. Ningún temor es tan universal. Quizás por eso debe ser motivo preferente de burla y risa. Nadie puede sentirse ajeno a la parodia, otra cosa es que le guste. Los cuatro actores del grupo EFS (formado en Lérida) ponen la muerte en el centro de su obra callejera y humorística. La propuesta es tan sencilla como irreverente. Cuatro enterradores, con su luto, sus rítmicos suspiros de pesar y sus levitas, pasean un ataúd por las calles en busca de lugar en el que enterrarlo. Por el camino, la caja (ligera y vacía pero real), desfila ante niños, mayores, curiosos asomados, móviles, co-ches y motos.

Ferrán Aixalá, Oriol Aubets, Jordi Huete y Jaume Jové son los actores encargados de esta performance que consiste en presentar la evidencia de la muerte de forma burlesca, pero ineludible, a todo el que pasa por la calle. El cortejo fúnebre arrancó, ayer a las 19 horas, en Loreto y recorrió la calle Juan de la Cosa antes de dirigirse a La Laguna. En el trayecto, igual se detuvieron a dar abrazos de condolencias a un niño de ocho años que a su madre. Corretearon tras varios perros y usaron el féretro como puente para que pasara por debajo un coche que circulaba por allí.

Como tétricos flautistas de Hamelín, pero sin instrumento, guiaron a medio centenar de curiosos espectadores. En vez de llevarlos a un barranco, como le sucedía a los ratones, el teórico destino final era un agujero en la tierra. La última parada.

Ningún supersticioso se quejó en público de que le colocaran ante la vista su destino inevitable. Quizás, reírse de la caja es la me-jor cura contra cualquier superchería. Los únicos enfados llegaron por los pequeños atascos de tráfico que originaban a su paso. La vida misma.