RESTOS. uno de los muros romanos del yacimiento. / FRANCIS
Sociedad

¿Inquilinos de otro mundo en la Casa del Obispo?

Iker Jiménez acude a investigar en el yacimiento fenómenos paranormales que se emitirán el domingo en Cuatro

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Tumba fenicia, vivienda púnica, hospital y templo romano, casa árabe, mezquita, cementerio medieval, parroquia... En el entorno de la Casa del Obispo han sucedido tantas cosas en los últimos 3.000 años que ya casi nadie esperaba sorprenderse. Eso, hasta que los gerentes del actual yacimiento arqueológico comenzaron a notar fenómenos inexplicables en el edificio. Luces que se encienden y apagan, cámaras que detectan presencias, objetos de luz que salen de muros han llamado la atención de sus últimos y absortos inquilinos. Tanto, que el periodista Iker Jiménez y su equipo desembarcaron hace unas semanas en el terreno para investigar los fenómenos supuestamente paranormales y grabar un especial para el programa Cuarto Milenio que se emitirá el domingo y que tratará el uso del recinto como asklepeion o sanatorio de Gades.

«Fantasmas» -y no los de la célebre chirigota callejera, esos los que cuando querían atravesaban «la pared con la Black&Decker y una broca del 33»-, es una de las palabras que más se escucharán en las tertulias de los desayunos de Cádiz durante estos días. Al menos, después de que el programa de Iker Jiménez y sus grabaciones enciendan de nuevo la polémica entre crédulos y escépticos acerca del más allá.

Cádiz, como todas las ciudades, está en parte poblada por fantasmas del más acá, pero no parecen ser ellos -al menos a primera vista- los responsables de los desvelos de los trabajadores que gestionan el yacimiento del Obispado de Cádiz.

«Yo no creo en esas cosas, solo creo en lo que veo», dice Germán Garbarino, responsable de la puesta en valor de los restos ar-queológicos de la zona. Lo que ve le inquieta desde que abrió la Casa del Obispo al público el pasado 2006. «Desde la primera semana notamos que cuando llegábamos por la mañana, las luces se habían encendido solas y de noche sonaban las alarmas», cuenta. Así que, según su inquietante relato, revisaron todo el sistema eléctrico para detectar fallos. «Todo estaba correcto, ya que las luces y el sistema de seguridad se controlan por un ordenador con funciones domóticas y no puede encenderse nada si no está programado», explica.

Los fenómenos siguieron sucediéndose según Garbarino, que decidió revisar las grabaciones de la red de cámaras de seguridad que permanecen conectadas de noche para pillar «a alguien que se colaba por allí». En ese momento, llegó la sorpresa. Durante la noche -y el día- los sensores de movimiento se activan de manera intermitente aunque no haya nadie. Ayer tarde las responsables de la recepción comprobaban esto en sus monitores, que registraban movimiento en salas sin visitantes.

El susto fue a más cuando los gerentes del yacimiento revisaron las grabaciones nocturnas de las cámaras de infrarrojos, que registran imágenes en la oscuridad. Según Garbarino, en las grabaciones han identificado hasta tres «presencias: la figura de una persona de alrededor de 1,50 metros de estatura vestida de negro, una figura de un niño y una señora con un tocado blanco». Incluso tienen motes, pero las imágenes de «el niño, el cura y la sacerdotisa romana» están en poder del equipo de Iker Jiménez y no se podrán ver hasta el domingo, aunque se puede observar en el suelo de metal de un pasillo lo que podría ser la huella de un pequeño de unos cinco años.

Fenómenos diarios

El redactor sí que asiste a la proyección de otras grabaciones con fenómenos poco explicables e incluso participa en un juego para mostrar lo aleatorio de los sucesos. «Elige un día», reta Garbarino en su despacho ante el monitor en el que controla todas las grabaciones de las cámaras de seguridad. «El 9 de noviembre». Ese día se revisan una a una la decena de dispositivos. Una línea de tiempo permite moverse por las horas de la noche. En una de ellas aparece una franja verde como señal de movimiento. Bingo. En un instante de ese lapso de tiempo de la madrugada, una forma de luz sube las escaleras, vuela delante de la cámara, se hace enorme y desaparece en un segundo. ¿Un insecto? «Los investigadores replican que no tiene ni la forma ni el vuelo ni la escala característica. «Incluso pasa a través de los cristales».

El fenómeno se repite en decenas de momentos y constituye una de las incógnitas. La otra tiene forma de esferas que parecen surgir de los muros, pasan ante el objetivo y desaparecen al llegar al otro muro. «Estas también atraviesan cristales y paredes», explican. ¿Polvo? Los investigadores de Cuatro hicieron pruebas con agua vaporizada, polvo, tierra e incluso laca de pelo. El resultado, el domingo por la noche.

apaolaza@lavozdigital.es