DOCUMENTO. Fray Antonio señala la firma de Santa Teresa de Jesús en la carta. / JAVIER FERNÁNDEZ
Jerez

La carta de Santa Teresa

La Iglesia de Capuchinos expuso ayer por primera vez una misiva que la madre de las Carmelitas Descalzas remitió a Felipe II

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Reformadora del Carmelo, madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos, mater spiritualium -título que figura bajo su estatua en la basílica vaticana-, patrona de los escritores católicos y doctora de la Iglesia, única mujer que, junto a Santa Catalina de Sena, recibió este título. Santa Teresa de Jesús (1515-1582) es una de las grandes mujeres de la historia. Su legado se mantiene vigente para muchos y por eso el Santoral la recuerda cada 15 de octubre. Fue el día de ayer y por eso la Iglesia de Capuchinos de Jerez quiso hacer algo extraordinario para celebrarlo: exponer por primera vez y de forma excepcional una carta que la también conocida como Santa Teresa de Ávila remitió al rey Felipe II a finales del siglo XVI.

Se trata de una misiva original compuesta por dos cuartillas que los frailes conservan «desde hace siglos» y que mantienen guardada en el archivo del convento, según explicaba ayer a LA VOZ uno de sus responsables, fray Antonio, quien añadía que es «sin lugar a dudas, la mejor conservada de todas las cartas de Santa Teresa de Jesús». En la misma, y tras una extensa salutación al monarca, le reclama directamente fundaciones de conventos carmelitas en España.

La remitente ingresó joven en las Carmelitas, pero con el paso de los años acabó disgustándose con su «indisciplina», así que decidió fundar comunidades, y el primer paso fue crear un nuevo convento. Así nacieron las Carmelitas Descalzas.

Visita al monarca

Pero esa iniciativa nació con el rechazo de muchos y le fue retirado el permiso correspondiente. Pero ella no cejó y consiguió una entrevista con Felipe II. Según cuentan, el monarca se quedó prendado de su personalidad y ordenó que dejasen de acosarla, incluida la Inquisición, que ya había iniciado una campaña de persecución contra ella y su proyecto. Con el favor del rey pudo ir llenando España de sus conventos de Carmelitas Descalzas, con pocas hermanas, que además destacaban por su pobreza, aunque también por su fervor.

Siempre destacó por su encanto personal, su simpatía y una alegría contagiosa, virtudes que le permitieron ganarse la estima de los que la rodeaban. También la mencionada de Felipe II, hasta el punto de que la leyenda asegura que «bajaba los ojos ante ella».

Y gracias a ello, Santa Teresa de Jesús recurrió en varias ocasiones al rey para pedirle su ayuda y/o su mediación en la apertura de nuevos conventos de sus Carmelitas Descalzas. Una de esas peticiones, en este caso por escrito, es la que se refleja en la carta que ayer, de forma excepcional, expusieron los Capuchinos en su iglesia jerezana.

Fray Antonio se mostraba entusiasmado con la iniciativa, porque, según apuntaba, era «el mejor homenaje» que podían hacerle a la figura de Santa Teresa, además de ser una «oportunidad» para todos los jerezanos que deseasen verla.

La misiva llegó a la ciudad de la mano del padre Francisco de Jerez, fundador de los Capuchinos. A principios del siglo XVII la trajo de Roma junto a otras muchas reliquias -entre las mismas, los restos de San Bello Mártir- con las que quiso dotar de contenido un altar del templo jerezano. Han pasado cuatro siglos y se ha convertido en uno de sus tesoros más preciados.

wjamison@lavozdigital.es