Sociedad

La sonda Venus Express busca signos de vida en la Tierra a modo de prueba

El número de planetas extrasolares conocidos, mundos en órbita alrededor de estrellas lejanas, no para de crecer. Más de trescientos han descubierto ya los astrónomos desde que en 1995 se confirmara la detección de un cuerpo planetario alrededor de la estrella 51 Pegasi. La mayor parte de ellos son gigantes gaseosos mayores que Júpiter, lugares en los que nadie esperaría encontrar rastros de vida. Pero las nuevas técnicas, cada vez más afinadas y precisas, están permitiendo encontrar planetas cada vez más parecidos a la Tierra. Mundos rocosos, como el nuestro, y alguno de ellos a la «distancia correcta» de su estrella para tener agua en estado líquido y, por lo tanto, serias posibilidades de albergar organismos vivientes. Ahora bien, ¿qué tipo de preguntas hay que hacer a estos mundos lejanos para que revelen sus secretos? ¿qué instrumentos hay que dirigir hacia ellos y qué parámetros se deben medir para obtener respuestas fiables?

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Para averiguarlo, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha decidido utilizar una de sus sondas, la Venus Express, en órbita de ese planeta desde 2006, para estudiar la Tierra, el único mundo del universo en el que se sabe a ciencia cierta que la vida existe. Un buen principio sería buscar desde la distancia las «firmas» del oxígeno y del agua. Por lo que sabemos, sin estos dos elementos la vida, por lo menos tal y como nosotros la conocemos, no es posible. Pero eso no es suficiente. El propio Venus cuenta en su atmósfera con ambas cosas (oxígeno y agua) pero cualquiera que se basara sólo en esos datos para inferir la presencia de vida allí se llevaría una gran decepción.

«Podemos encontrar agua y oxígeno en la atmósfera de la Tierra -afirma Giuseppe Piccioni, uno de los principales investigadores de la misión Venus Express- pero el propio Venus también muestra lo mismo. Por lo tanto, buscar esas moléculas no basta». Gracias a su posición, la nave de la ESA puede realizar observaciones directas de la Tierra tres veces al mes, y durante los últimos dos años ha obtenido cerca de cuarenta imágenes de nuestro planeta para analizar. Vista desde Venus, la Tierra aparece como un pequeño punto azul que no ocupa más de un pixel en las cámaras de la nave. Pero eso, lejos de ser un obstáculo, representa una valiosa ayuda para los cazadores de exoplanetas.

A pesar de que no se aprecian detalles de la superficie, ese pequeño punto luminoso puede contener un montón de valiosa información. De hecho, desmenuzando la luz que llega a esas cámaras es posible conocer (por las longitudes de onda de los diferentes elementos) la composición de la atmósfera terrestre. O también las señales espectroscópicas de la vida vegetal. «Lo que pretendemos es averiguar qué tipo de información somos capaces de averiguar».