RESPALDO. Bill y Hillary Clinton, que aplaude, arropan al número dos demócrata, Joe Biden, en un mítin en Pensilvania. / AFP
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La batalla por la presidencia de EE UU se concentra en Virginia

Ambos partidos acuden con toda su artillería a un estado que por primera vez en 40 años podría ser demócrata

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Nada excita más al ex presidente Bill Clinton que una buena batalla política, y la de Virginia este año es tan importante que el domingo dejó plantada en el escenario de Scranton (Pensilvania) a su esposa en su 33 aniversario de boda, y al vicepresidente de Barack Obama Joe Biden, «no porque ya sepa lo que ambos van a decir sino porque me han despachado a Virginia, ¿donde vamos a ganar por primera vez en 40 años!», anunció.

La primera colonia permanente del imperio británico en el Nuevo Mundo, viejo frente de la Guerra de la Independencia, acaba de convertirse en el principal campo de batalla de estas elecciones. Por primera vez las encuestas lo ponen a tiro de Obama, y muchos creen que si cae Virginia los republicanos perderán la Casa Blanca, como los británicos perdieron su imperio americano.

Por eso, ambas campañas han despachado allí a su artillería pesada. Los vecinos de Richmond, por ejemplo, vieron en cuestión de horas a Bill Clinton y Sarah Palin, mientras que John McCain reclamó en la base naval de Virginia Beach el hogar de su primer destino como piloto de la aviación. «¿Esto es como volver a casa!», suspiró.

Era el momento de sacar su pasado militar, de exhibir su conocimiento por los submarinos nucleares de la armada y de ofrecer simpatías a los veteranos, en un estado donde los dos senadores que le corresponden son ex ministros de la marina. Y por supuesto, de asustarles con la posible inevitabilidad de que Obama sea presidente.

«Faltan 22 días para las elecciones, estamos seis puntos por debajo, la prensa nacional ya nos ha descartado, y el senador Obama está tomando medidas para las cortinas (de la Casa Blanca) y planeando con (la portavoz del Congreso) Nancy Pelosi cómo subiros los impuestos y declarar la rendición en Irak», enumeró McCain. «Lo que se les ha olvidado es dejaros decidir. Amigos míos, les tenemos donde queremos».

Por su parte, Bill Clinton apelaba a la parte más progresista de un estado que pese a sus lazos con el Ku Klux Klan fue el primero en elegir a un gobernador de color «y este año elegirá al primer presidente afroamericano», prometió.

El ex presidente no logró ganar ese estado en ninguna de las dos elecciones que le llevaron hasta la Casa Blanca, como tampoco lo lograse su esposa durante las primarias, pero muchos creen que la debacle económica ha hecho repensar la figura de un presidente que convirtió el déficit récord de Reagan y Bush padre en el mayor superávit de la historia. Y esta vez «hará falta otro demócrata para barrer las cenizas de los Bush», advirtió su esposa desde Scranton.