Jerez

«Tratamos de proteger la casa, pero no sirvió para nada»

José Pajuelo y su familia, cuya vivienda es la que peor parada ha salido del temporal, agradecen la ayuda recibida

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José Pajuelo no puede ocultar la tristeza, y ayer se afanaba en tratar de poner orden y rescatar algún objeto personal que no hubiera queda inservible entre el desastre de lodo y humedad en el que quedó convertida su casa de Mesas del Corral.

José ha sido, sin ninguna duda, el que peor parado ha salido del temporal que azotó la zona rural de Jerez el sábado. La misma delegada de Medio Rural, María del Carmen Martínez, reconocía ayer que «hay otras viviendas que se inundaron, y en las que hubo destrozos, como las de Nueva Jarilla, pero hoy (por ayer) casi todos han podido entrar y empezar a recoger para volver a casa».

Pero la situación de este vecino de Mesas del Corral y su familia es mucho más trágica y se ejemplifica en una casa rodeada de troncos y hojarasca, barro, restos de alambradas de una cochinera cercana -murieron todos los animales- en cuyo interior el escenario es aún más dantesco. Muebles para tirar, electrodomésticos de los que mana barro y colchones que ya no podrán volver a usarse. A José, la marca que dejó la subida del agua en su dormitorio le llega por encima del codo.

Él recorre una y otra vez las diferentes estancias calzado de sus botas de agua y cuenta que «sentimos una impotencia muy grande al ver cómo ha quedado la casa por la que tanto hemos trabajado». «Se nos ha ido la ilusión», se lamenta antes de explicar que «sólo hemos podido salvar algo de ropa».

Sus hijos, una niña de ocho años y un niño de cinco con los que se ha trasladado a una vivienda que un amigo les ha prestado en Torrecera, no acaban de entender lo que pasa, «y lloran pidiendo sus cosas y sus juguetes». «Pero aunque no lo comprenden lo sufren tanto como su madre y yo», dice José.

Los cuatro tuvieron que dejar su casa el sábado por la mañana cuando, a partir de las 10 de la mañana, «me di cuenta de que el agua que bajaba no paraba de crecer». En ese momento, José se quedó para tratar de proteger la casa, ya que «está preparada en caso de que el agua suba». Pero la riada fue tan fuerte que no se pudo hacer nada. El mismo José apunta que «en esta zona no se conoce una inundación igual desde hace por lo menos 120 años. Eso es lo que dicen los más viejos».

En los próximos días, el Ayuntamiento tiene previsto mandar a su casa una pala para retirar toda la suciedad y, una vez que la familia haya retirado todo lo que sea pueda salvar, los equipos de Urbaser entrarán a limpiar. Después habrá que ayudarles a recuperar su vida.

Mientras, José y los suyos seguirán en Torrecera. «Sólo puede dar las gracias, porque la gente se ha volcado en ayudarnos y la única forma que tengo de pagarles es agradeciéndolo».