ÁLVARO DOMECQ. El ex rejoneador observa uno de los caballos heridos en el ataque. / LA VOZ
Jerez

Confirmado el 5 de noviembre como fecha de inicio del juicio por la muerte de los caballos de Domecq

Las sesiones serán en Ocaña y la acusación pedirá tres años de prisión para los imputados El rejoneador José Miguel Callejón y su padre se sentarán en el banquillo de los acusados

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El próximo 5 de noviembre tendrá lugar en el juzgado de lo penal número 2 de Toledo el juicio contra el rejoneador José Miguel Callejón y su padre José Antonio Callejón, acusados ambos de la muerte de seis caballos de la familia Domecq ocurrida en junio de 2001 en el término municipal de Ocaña, en la provincia de Toledo.

La familia Domecq, que ejerce la acusación particular, solicita una pena de tres años de prisión por un delito de daños, además de indemnizaciones por la muerte de los caballos y por otros perjuicios, como no haber podido actuar en la temporada 2001, señalaron ayer fuentes de la propia acusación particular.

Los hechos ocurrieron el 2 de junio de 2001, cuando los dos acusados, con el fin de eliminar la competencia que al parecer suponía para ellos el también rejoneador Sergio Galán, decidieron eliminar los caballos de éste quemándolos. Para ello habrían contratado a otras personas, que están en paradero desconocido, aunque se equivocaron de blanco, según el relato que de los hechos que se juzgarán hace la familia Domecq.

El día del suceso coincidieron Galán y los hermanos Luis y Antonio Domecq en la corrida que se celebró en la plaza de Las Ventas de Madrid y, al terminar, los autores del hecho confundieron los vehículos que transportaban los caballos y siguieron por error a los de Domecq durante el viaje de vuelta a su finca de Jerez.

Aprovecharon la parada que hicieron en la mencionada localidad toledana de Ocaña para matar a los caballos que creían que eran de Sergio Galán, para lo cual introdujeron por las ventanillas del remolque una sustancia incendiaria que causó la muerte de seis de los animales que resultaron carbonizados. También provocaron gravísimos daños a otros tantos equinos que prácticamente quedaron inservibles para la lidia.