Opinion

Contra todos

La mochila bomba que ETA hizo explotar la madrugada de ayer contra el Palacio de Justicia de Tolosa, que sufre así su cuarto atentado, reafirma la obsesión de la banda terrorista por todo lo que representa el Estado de Derecho y, en este caso concreto, por el Poder judicial. Un empeño criminal que no respeta nada ni a nadie. La bomba causó importantes destrozos, pero sobre todo puso también en peligro la vida de las personas que, por la razón que fuere, se movían en el momento de la explosión en el entorno de la sede judicial. Una vez más, un acto de terrorismo desmedido, contra todos y del que cualquiera puede ser víctima. La necesidad que tiene ETA de compensar su debilidad operativa y su cada vez más evidente sinrazón con actos de fácil ejecución no hace sino acentuar su cobardía, al supeditar, con el mínimo riesgo para sus autores, la tranquilidad y hasta la vida de cualquier ciudadano a sus intereses puramente propagandísticos.

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Por lo demás, no resulta casual, sino intencionado, el hecho de que la mochila bomba se hiciera explotar pocas horas antes de que la izquierda abertzale se manifestara en las calles de Bilbao protestando contra una supuesta excepcionalidad que ni sus miembros pueden definir y reclamando el respeto de los derechos humanos. ETA quiere dejar claro, por si todavía quedara algún ingenuo en sus propias filas, cuál es el sentido de tal protesta y a qué derechos se refiere tal reclamación: a los que ellos exigen para sí y para los suyos en exclusiva, despreciando cualquier otro que corresponda al resto de los miembros que integran la sociedad vasca y, por extensión, la española. Una vez más, el brazo armado se hace presente para dar sentido a lo que su brazo civil pretende enmascarar con eslóganes interesados, que sólo pueden aspirar, a estas alturas, a poner de manifiesto su indecente cinismo. Y resulta particularmente sangrante que haga exhibición del mismo justo después de que ETA cometa otro atentado despreciable contra la Justicia. La nueva irrupción de la organización terrorista exige que la respuesta común de condena se traduzca en una apuesta también común por la deslegitimación tanto de la violencia como de la ideología totalitaria que la justifica y apoya.