VUELTA DE HOJA

Soltar dinero

Dura poco la alegría en la casa del rico. El plan de rescate de la banca, urdido en la Casa Blanca, abrió un ventanal, pero asomados a él resulta que da a un callejón mal iluminado. La mayor aventura financiera del mundo se puede quedar sin héroe que encuentre el arca perdida: los paganos no se ponen de acuerdo.

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¿Y esto quién lo paga?, se cuenta que dijo José Plá, haciéndose el palurdo, cuando vio las luces de Nueva York.

Así como prometer no ha llevado a nadie a la ruina, soltar el dinero ha arrastrado a la miseria a numerosos potentados que en el fondo lo que querían era tener más. Las medidas extraordinarias propuestas por el Gobierno de los Estados Unidos fueron acogidas de modo entusiasta, pero ahora resulta que ninguno de los países del G-7 está dispuesto a plagiarlas. Como dicen los chuletas, «¿no me des consejos, dame dinero!». El club de las naciones ricas es partidario de estabilizar los mercados financieros, pero no de retirar una buena parte de sus activos líquidos, ya que temen que puedan tocar fondo.

Poner a todo el sistema financiero patas arriba, que es la propuesta del presidente del Banco Central Europeo, «sin excepciones», será más difícil que encontrar un pajar en una aguja.

Además puede resultar injustísimo. ¿Por qué modificarles el sistema a quienes hayan observado rigurosamente los mecanismos bancarios, evitando eso que llaman «resultados tóxicos»? Quizá cargarse la banca de inversión equivalga a cambiar de Era. El mercado está enfermo, pero lo peor es que los pobres tampoco nos encontramos demasiado bien.