EL RAYO VERDE

Tras la fiesta

Ala mañana siguiente de una fiesta, contra lo que dice el anuncio, nada es fácil, ni la limpieza, ni teclear palabras hiladas en el ordenador. Parece que alguien le ha puesto un gorro al mundo y sólo se ve algo, allá a lo lejos, mientras por delante se cruzan imágenes, frases, fotos, besos, comentarios, muchos saludos que no se dieron o que fueron demasiado breves, muchas sensaciones gratas del afecto recibido, de los reencuentros. Las fiestas no tienen prestigio entre quienes categorizan «lo importante», por ejemplo los periódicos, siempre empeñados en dar un estandar de formalidad absoluta, pero lo son. Pocas cosas mejores hay en la vida que estas ocasiones de celebrar, dejar a un lado los malos rollos, resaltar lo que une y buscar puntos en común con el de enfrente. Todo un entramado de sociabilidad, de socialización, se establece o recompone en estas ocasiones. Pocos ejercicios más saludables y terapéuticos, y más ahora que parece que las alegrías van a ser menos, que una buena fiesta con todos sus avíos: música, copas, bandejas de canapés, y mucha gente dispuesta a charlar y reirse. No hay que perderse ni una.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La nuestra del viernes, por ejemplo. Tuvo todos esos encantos, todos esos efectos, y nos deja un poso importante de cohesión, de incardinación, además del cansancio.

Pero también las fiestas dejan un reguero de reflexiones muy serias, que toman forma a medida que se disipan las brumas de la resaca. Es este el caso del discurso que pronunció ayer el presidente de la Junta de Andalucía, para cerrar el acto de entrega de los premios.

Chaves planteó una reflexión contundente acerca del papel de los periódicos y del periodismo que no fue un juego floral o un parairpasando, que se dice. Me sorprendió y me encantó su primer dardo: tras felicitarse del éxito de LA VOZ, planteó la diferencia: «Y para decirlo todo, un periódico con cuya línea editorial, como es natural, no siempre coincido. No pasa nada: es lo natural y también una buena señal. Para Vocento y para mí». Es justamente así como son las cosas, y como deben ser, entre el periódico y la política. Cada uno tiene su terreno y la relación es como de una vecindad condenada a entenderse, con encuentros y desencuentros, pero siempre con respeto mutuo hacia las reglas de la partida. Este delicado juego de equilibrios da mucho morbo a este oficio de dar noticias, como supongo que también se lo producirá a ellos, los gestores del bien común, pero las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen, cuando se va con las manos por delante y sin aviesas intenciones.

Sin embargo, el mensaje de Chaves iba dirigido a la importancia del periodismo de ideas, de cómo estas ideas son las de quienes hacen el periódico -es eso que Margarita Riviére llama «plantear la propia subjetividad», que ya he citado tantas veces- y cómo es preciso que los medios sumemos ideas, iniciativas, y no sólo control del poder y críticas. En este contexto enmarcó la entrega de nuestros premios. Y así es, en efecto, un intento de aportar buenos ejemplos, signos de esperanza a cuantos nos leen y de completar una visión «en positivo» de la provincia que cada día retratamos.

De manera que, un año más, seguiremos informando.

lgonzalez@lavozdigital.es