LUCES Y SOMBRAS

La 'Gran Depresión'

Las innumerables noticias y comentarios sobre la crisis económica, calificada inicialmente como una desaceleración de la economía -es obvio- o como una situación económica de cierta complejidad -por supuesto- me retrotrae a mi época de estudiante de Derecho, concretamente a una clase magistral sobre la Gran Depresión de 1929 impartida por el ilustre catedrático de Economía y Derecho Fiscal Ramón Carande. No sé por qué razón aún me acuerdo de aquella clase, tal vez me pareció muy interesante. Incluso es posible que en algún rincón de mi casa se encuentren los apuntes que tomé ese día. En cualquier caso, pienso que entre ambas crisis se pueden establecer algunos paralelismos salvando, naturalmente, las lógicas diferencias que se derivan del paso del tiempo en el desarrollo de las políticas económicas internacionales y de los impactos de la globalización, que antes apenas existía, en las economías de muchos países.

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A la Gran Depresión se le señala una fecha exacta de nacimiento: 24 de octubre de 1929.Cae en jueves, el jueves negro como se le denomina desde entonces. Ese día la Bolsa de Nueva York se derrumba estrepitosamente. Los ahorros de miles y miles de familias americanas se volatizan de la noche a la mañana. El estallido de la burbuja bursátil provoca un efecto dominó en el resto de los sectores económicos conduciendo a la pobreza y al desempleo a millones de trabajadores. John Steimbeck, premio Nobel de Literatura, en Las Uvas de la Ira describe admirablemente el drama social que vivió, en general, los Estados Unidos y en particular, los que perdieron su trabajo. La interdependencia de las economías hace que la crisis se extienda a Europa. En Alemania adquiere especial virulencia hasta el punto de facilitar, junto con otros factores. el acceso de Hiller al poder,

Para abordar la crisis, el presidente Roosevelth planifica una serie de medidas que se conocen como el New Deal, muchas de carácter intervencionista. Al mismo tiempo se fomenta la realización de obras públicas con la pretensión de generar empleo. Lo mismo que ahora pretende hacer el Gobierno español.

Las dos crisis parten de una situación de bonanza económica: la de 1929, de los dorados y felices años 20 y la actual, de una década prodigiosa, sobre todo en España. En los dos casos se pone de relieve la debilidad, por no decir el fracaso, del liberalismo económico, pero al mismo tiempo se descubre el instinto de supervivencia del capitalismo. Tanto en una crisis como en otra, el Estado, para evitar un mal mayor, interviene o reflota financieramente las empresas que en su día obtuvieron cuantiosos beneficios y que ahora, a causa de una alegre gestión, están a punto de desequilibrar la estabilidad económica y monetaria de varios países. Como siempre ocurre en estas situaciones es el propio contribuyente el que paga los platos rotos de de un sistema injusto que cuando falla enriquece a unos pocos y empobrece a muchos.