DESTRUCCIÓN. Un gran número de coches estacionados en el parking del hotel quedaron carbonizados tras la explosión. / AFP
MUNDO

Un brutal atentado suicida tiñe de sangre el corazón de Islamabad

Al menos 60 muertos al estallar un camión con una tonelada de explosivos en un hotel de lujo

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Al menos 60 personas perdieron la vida y cientos resultaron heridas tras la explosión de un camión bomba a la entrada del célebre hotel Marriott, en pleno corazón de la capital paquistaní y situado a escasos 500 metros del Parlamento. Pasadas las ocho de la tarde y cuando el comedor principal del establecimiento se encontraba repleto de ciudadanos que se habían reunido para celebrar el fin del ayuno del ramadán, un conductor suicida explotó la carga de su vehículo, que según fuentes policiales podría ser de una tonelada, en el acceso principal al hotel provocando una brutal explosión que dejó un cráter de seis metros de profundidad.

Una espectacular bola de fuego de la que emergía una columna de humo envolvió el edificio. Los servicios sanitarios y bomberos no tardaron en llegar para enfrentarse a un ataque al que no están habituados en una capital como Islamabad, que hasta ayer se mantenía prácticamente a salvo de la amenaza terrorista debido a los fuertes controles policiales. Según las autoridades locales había unas doscientas personas en el establecimiento en el momento de la explosión, entre ellas varios ciudadanos extranjeros, y se vivieron momentos de pánico porque varios de los huéspedes pedían socorro desde los balcones de sus habitaciones tras quedar atrapados por el fuego. La cara principal del hotel resultó destruida del todo y las tareas de rescate se desarrollaron con el riesgo permanente de que cediera la estructura y el edificio se viniera abajo.

Se teme que el número de víctimas aumente según se vaya accediendo a las plantas superiores del inmueble, según confirmó el responsable de la Policía local, Asghar Raza Gardazi. Algunos empleados del hotel declararon ante las cámaras de la cadena BBC que «fue increíble, los techos se nos vinieron encima y salimos como pudimos. Aquello parecía el fin del mundo».

Pocas horas antes de la explosión y a escasos 500 metros del Marriott, Zardari compareció por primera vez ante el Parlamento para mostrar las líneas maestras de su política, en la que combatir el terrorismo será una de las bases. La respuesta de la insurgencia no tardó.

El senador del Partido Popular de Pakistán (PPP), Enver Beg, declaró a diferentes agencias que «Pakistán es la auténtica línea del frente en la guerra contra el terrorismo y necesitamos la ayuda de la comunidad internacional. Nuestra economía se hunde por culpa de los ataques suicidas que asolan el país y el resto de países debería ayudarnos».

El más violento

Desde Estados Unidos no tardó en llegar un mensaje de solidaridad por parte del portavoz de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, que aseguró que EE UU «estará siempre junto al Gobierno democrático» de Pakistán en la guerra contra el terrorismo. Islamabad y Washington viven semanas de tensión tras los ataques de las fuerzas estadounidenses contra diferentes objetivos de la insurgencia en territorio paquistaní. Tras el atentado del Marriott, el más violento que sufre el país desde el asesinato de Benazir Bhutto el pasado mes de diciembre, los analistas de los medios paquistaníes no tardaron en vincular la oleada de atentados que sufre el país con estas últimas acciones estadounidenses en las zonas tribales.

El Marriott era uno de los dos establecimientos de lujo que extranjeros y adinerados paquistaníes frecuentaban en la ciudad. No es la primera vez que los terroristas tienen en el punto de mira a este tipo de establecimientos. En la vecina Afganistán, el Serena, de la misma cadena que el único hotel de lujo que queda en Islamabad tras la acción de anoche, sufrió un ataque en el que según fuentes oficiales fallecieron seis personas, pero el nivel de destrucción no fue comparable con el sufrido por el Marriott.