PENALTI. Casillas impide saltar a Gorka Brit . / EFE
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El Real Madrid bordea el ridículo ante un Numancia que apunta alto

La actitud del campeón, abroncado por su afición, fue indigna tras el descanso frente a un rival inferior que le dio una lección de fútbol y acarició el empate

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El Real Madrid bordeó el ridículo ante el Numancia. La actitud del campeón, abroncado con merecimiento por su afición, fue indigna en la segunda parte frente a un recién ascendido que pese a ser inferior, no sólo marcó tres goles en el Bernabéu, sino que le dio una lección de fútbol y acarició el empate.

En un primer tiempo de locura, el Madrid ya estuvo por detrás en el marcador dos veces ante un Numancia que siempre fue muy atrevido, dejó en evidencia las muchas carencias de los blancos, y acabó jugando, tocando y dominando en campo local, hasta el último momento, en busca de un punto que mereció. Se vio obligado el Madrid a la remontada por un grave error defensivo, en otra jugada a balón parado, lo que ya es una costumbre en el Madrid, y por un golazo de Barkero, con un zurdazo desde 30 metros que significó el segundo tanto encajado por el campeón en menos de 25 minutos. Hubo más goles, dos de ellos geniales (el de Van der Vaart también fue espectacular) que juego en ese primer tiempo en el que la efectividad de ambos equipos provocó que el marcador se moviese sin tregua, con tres tantos en sólo ocho minutos, en los que decidió la calidad en ataque del equipo de Schuster. Sin embargo, el Madrid abusó al entrar por el centro e intentar elaborar casi hasta la definición, y también ofreció entonces demasiadas dudas en defensa, donde Pepe y Metzelder sufrieron en exceso ante Brit.

Muchísimo peor fue la imagen, impropia del Madrid, en su propia casa y ante un rival como el Numancia, de un equipo pasota hasta la desesperación, en una segunda parte en la que incluso falló Casillas. El portero, que reaccionó demasiado tarde, se comió el libre directo de Moreno y los blancos no dejaron de padecer y de hacer oposiciones para perder los tres puntos de ahí hasta el final. Porque el Madrid cedió terreno, fue incapaz de dominar, pese a su teórica superioridad en el centro del campo, y el Numancia se creció, comprobando que los locales no oponían resistencia, y los agujeros de su rival atrás. Después del 4-3, los sustos en el área madridista fueron continuos. El Madrid había perdido el balón, el Numancia, que presionaba muy arriba, creaba y llegaba ante la preocupante pasividad del contrario, empezaba a exhibirse con la pelota.