LA ROTONDA

Bronca en el patio

No se sabe bien si se trata del síndrome de la vuelta al trabajo o de un ataque de hiperactividad septentrional, pero los políticos gaditanos han vuelto del campito con ganas de trifulca. Algunos a las bravas. Será también cosa de la crisis, que es el remedio que hoy por hoy lo justifica todo. Cuando se acabe la crisis habrá más dinero, pero menos justificaciones.

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Y ahora que en Cádiz se enarbola machota y el cincel, símbolos de una revolución urbanística dispuesta a demoler todo cuanto se ponga por delante, la bronca política se ha instalado a las puertas de la Audiencia Provincial, como antes lo hizo en la Aduana, en la Escuela Náutica y en los edificios de la Seguridad Social y la Policía Nacional.

Los cimientos del Palacio de Justicia de Cádiz se tambalean a los pies de las Puertas de Tierra mientras las instituciones se tiran los trastos en un rifirrafe barriobajero, toda una paradoja en estos días de reparto del Poder Judicial, jueces Tirado y esperpento. La Justicia parece haberse tirado a la calle.

El debate sobre la demolición de la Audiencia Provincial está sacando lo peor de nuestros políticos. El hecho de que Francisco González Cabaña amenace con bloquear el PGOU de Cádiz si la alcaldesa de Cádiz insiste en derribar la Aduana es, además de una provocación, una extralimitación de sus funciones presidenciales y presidencialistas, quizá porque no se ha detenido a pensar las consecuencias y el coste que para la ciudad y, sobre todo para muchos ciudadanos, tendría la paralización arbitraria del PGOU. En una versión light de fraude de ley intenta además utilizar la declaración como Bien de Interés Cultural del edificio para evitar su demolición. Y en esta catarata de estrategias ha puesto encima de la mesa, con el respaldo de su partido, el inexistente debate de la capitalidad administrativa de Cádiz como si fuese moneda de cambio en una timba. Ojo que nos llevamos la capital a otro sitio, parecen susurrar algunos prebostes socialistas al oído de quien quiera escucharlos.

Es lícito que el PSOE quiera defender sus argumentos, sus proyectos y sus ideas, pero no puede pretender que en su fin de acabar políticamente con Teófila Martínez valga cualquier medio. En una provincia tan disgregada como ésta no parece sensato azuzar el fuego de la división. Ni tampoco utilizar estratagemas de dudoso sentido político e institucional.

Luego llegará el turno de considerar la conveniencia urbanística y práctica del derribo de la Audiencia Provincial. Que se sepa, estas cosas siempre se han decido sobre una mesa. Y no en un oscuro callejón.

TIC TAC EN EL COLEGIO

La cuenta atrás para el comienzo del curso escolar agota sus últimas horas. Y el delegado Manuel Brenes duerme tranquilo en el que puede ser, salvo sorpresas, su inicio menos convulso. Tanto que el propio presidente Chaves vendrá a Sanlúcar -otra visita a su alcaldesa mimada, Irene García- a inaugurar oficialmente el comienzo de las clases. Ahora que hay pocos problemas con las infraestructuras educativas, no vendría mal comenzar a invertir en calidad. Vaya, que en los centros bilingües se hable inglés de verdad y que los centros TIC tengan ordenadores..., que funcionen. El sistema educativo andaluz aprueba en la teoría, pero suspende en la práctica, cuando hay que dotar de medios suficientes y de calidad estos contenidos formales. Muchas veces, sólo el empeño de profesores anónimos salva a la educación andaluza del colapso por un error en el sistema operativo.

Y en este tic tac escolar, los que también han llegado a tiempo, aunque por los pelos, han sido los padres de San Felipe Neri que denunciaron la falta de plazas para sus hijos. El juez les ha dado la razón contra la opinión de Brenes y de la dDelegación de Educación. Ya se sabe: no hay persona más perseverante y tozuda que un padre cabreado.

NAVANTIA, A LA GRESCA

Cuesta trabajo entender el revuelo organizado por el comité de empresa de Navantia. Es un hecho que sus grandes reivindicaciones chocan frontalmente con el acuerdo que el Gobierno firmó con la Unión Europea para evitar, precisamente, la desaparición de los astilleros gaditanos. Todos saben que, en estos momentos, ni se puede ampliar la plantilla ni se puede superar el 20% de carga de trabajo civil. Y en cuanto al proyecto industrial, nunca los astilleros han tenido garantizado tanto empleo como ahora. Salvo que las pretensiones sindicales escondan algún interés personal o de las propias organizaciones, lo cual sería temerario, no se entienden bien las razones y estas ganas de bronca. Y más aún cuando el nivel de productividad de las factorías gaditanas está por debajo de lo habitual. Los sindicatos deberían plantearse que, quizá, aunque le rompa los planes, la situación actual no es para tirarse al puente como antes. El mercado no entiende estas cosas. Que se lo pregunten a los ex empleados de Delphi.