RESPETUOSO. Carlos Fernández, en Jerez. / TAMARA SÁNCHEZ
PERFIL CARLOS FERNÁNDEZ VILLEGAS

Un hombre atento

Es un observador agudo de los episodios que para el resto de la gente pasan desapercibidos

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En mi opinión, para caracterizar la personalidad de Carlos sería suficiente con que empleáramos una sola palabra, pero con la condición de que tuviéramos en cuenta sus diversos significados. Me refiero al término «atención».

Simplemente con saludarlo recibimos la impresión de que es una persona atenta: advertimos que mantiene todos sus sentidos alertas con el fin de captar los mensajes que le transmiten los objetos que lo rodean y con la intención de interpretar las llamadas que le dirigen las personas con las que él convive. Es un observador agudo que, de manera permanente, escudriña los recovecos de los episodios que a la mayoría de nosotros nos pasan desapercibidos. Fíjense cómo mantiene una actitud de solícita vigilancia para evitar que se le escapen unos detalles que, para él, siempre son vitales.

Carlos es una de esas escasas personas que se esfuerzan por sentirse próximos y semejantes a sus interlocutores para comprenderlos, para identificar las claves ocultas de cada una de las diferentes manera de ser, para descifrar el sentido profundo de sus pensamientos, la razón última de sus deseos íntimos y las raíces escondidas de sus temores secretos.

Él sabe muy bien que todos los seres humanos, para llegar a ser nosotros mismos -sea cual sea el escalón temporal o social en el que nos encontremos- necesitamos que alguien nos explique, con claridad y con tacto, quiénes y cómo somos; necesitamos que nos digan cómo suena nuestra voz, cómo cae nuestra figura y cómo se interpretan nuestras palabras.

Pero Carlos es una persona atenta, también y sobre todo, porque, con sus actitudes y con sus palabras, expresa el respeto que le inspiran los demás seres humanos. Él está convencido de que el respeto es una de las formas -quizás la más importante- de la solidaridad, por eso repite una y otra vez que todos y cada uno de los seres humanos son dignos del mismo respeto, aunque no siempre estemos de acuerdo con sus ideas, con sus palabras o con sus comportamientos. La única manera de inspirar respeto es respetándose a sí mismo y respetando a los demás. Para lograrlo, como él nos explica, hemos de conocer el valor propio y reconocer el valor de los demás. Carlos posee, además, una amplia capacidad para administrar las ideas, para gobernar las emociones y, más concretamente, para distribuir oportunamente las palabras y los silencios. Y es que, Carlos, como acertada y agradecidamente afirma Luisa, nos contagia de manera permanente de su entusiasmo, de su esperanza y, sobre todo, de su irreprimibles ganas de vivir.