Opinion

Mejorar más rápido

El informe de la OCDE sobre el panorama de la educación en España refleja la persistencia decreciente de distintos déficits, así como el abismo histórico que ha tenido que superar la sociedad española mediante la universalización efectiva del derecho a la educación. De entre quienes hace tres décadas pertenecían al grupo de edad de los 24 a los 30 años -y hoy tienen entre 55 y 64- sólo el 27% ha completado el Bachillerato, un ciclo formativo de grado medio u otros estudios análogos. Pero entre quienes en 2006 se situaban en esa misma franja de los 24 a los 30 años, dicho nivel de estudios lo alcanzaba un 64%. Tan significativo avance podía haber sido más acusado si tras la promulgación de la LODE en 1985 todos los esfuerzos se hubiesen orientado a la rápida mejora de la oferta y de la calidad educativa, sin derrochar tantas energías en la polémica partidaria y en sucesivos cambios normativos. Por otra parte, aunque el propio informe de la OCDE subraya la alta proporción del alumnado español de educación superior cuyos padres desempeñan profesiones manuales (40%) como reflejo de una notable igualdad de oportunidades, las carencias formativas de los progenitores han lastrado durante los 30 últimos años la disposición de los hijos a perseverar en los estudios.

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La UE ha establecido el objetivo de que en 2010 el 85% de los jóvenes europeos entre los 20 y los 24 años supere el Bachillerato o un nivel comparable de estudios. Para que España alcanzase esa misma meta sería necesario que en cuatro años, a partir de 2006, los graduados en Secundaria postobligatoria pasasen del 64% a ese 85%. Ni las medidas que acompañan a la LOE ni la reforma de la Formación Profesional, que el Gobierno ha comprometido dentro del diálogo social, parecen suficientes para ello. La idea que sopesa el Gobierno de convalidar académicamente tres años de experiencia laboral resultará eficaz siempre y cuando constituya un aliciente para proseguir los estudios, y no genere el efecto contrario.